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Las memorias neurales, la obesidad y el hipotálamo

Cuando se publicara mi artículo Memorias Hipotalámicas, hice hincapié en lo que se ha conocido como el Síndrome del Apetito Voraz Nocturno. Entidad que se describiera en el mes de agosto del 2007 en la ciudad de Toronto.

Como hemos expresado en otros de mis artículos, el azar a veces abre inesperadas puertas a la ciencia (véase La Serendipia Revisitada en monografías.com y en psikis.cl). Así sucedió con una reciente investigación conducida en el Western Hospital de la Universidad de Toronto. Sucedió, cuando trataban de reducir el apetito de un paciente obeso mediante estimulación cerebral, y que abriera, en su lugar, nuevas perspectivas en el entendimiento de la memoria.

¡Aplauso!

El paciente, en cuestión fue un hombre de más de 50 años sufriendo de obesidad mórbida. El procedimiento aplicado se formuló siguiendo pautas establecidas, cuando los investigadores, implantaron electrodos en el hipotálamo del sujeto con la finalidad de disminuir el mensaje proveniente del centro del apetito. Algo que parece compatible con el entendimiento actual de los trastornos del comer (véanse mis artículos al respecto), aunque esta asunto fuera una invasión cerebral extrema, para perder de peso.

La respuesta obtenida, fue sorpresiva, ya que el estímulo provocó la recuperación de una memoria remota en la vida, que el sujeto del estudio, creía olvidada. El paciente recuperó la memoria de una escena que tuvo lugar cuando apenas era un adolescente. La imagen producida, en sí muy intensa, se hizo más vívida cuando se aumentó la energía de la estimulación.

El fenómeno recurrió cuando los investigadores repitieron la prueba, identificando que la técnica era más efectiva cuando los electrodos se encontraban cerca de una estructura denominada el fórnix cerebral en la proximidad del hipocampo cerebral.

Subsiguientemente, después de tres semanas de estimulación repetida del hipotálamo, los investigadores encontraron mejoras significativas en los resultados de dos pruebas de aprendizaje que realizó el paciente. Los resultados se publican en Annals of Neurology.

Lo que no se reportó fue mejora en la obesidad de la que el paciente sufriera — lo que no parece ser extraordinario y, quizás, preferible para el sujeto de la estimulación cerebral profunda.

Hablemos, entonces, de la estimulación cerebral profunda.

El procedimiento que se aplicara a este paciente se conoce como la Estimulación Cerebral Profunda (ECP) el cual se describe de inmediato

La EPC posee eficacia establecida en enfermedades con trastornos del control de los movimientos como el Parkinson, los temblores esenciales y la distonía muscular.

Como procedimiento, es esencialmente una técnica de neurocirugía introducida en Francia a finales de los 80s. Ésta se basa en modificar los síntomas motores de las condiciones descritas mediante la regulación de la actividad neuronal anormal, generada en la zona cerebral que controla los movimientos. Como técnica, consiste en la implantación de un dispositivo, similar a un marcapasos, que genera impulsos eléctricos que inciden en las áreas cerebrales del control muscular. Esta terapia ha mostrado su eficacia y está autorizada para el tratamiento de las tres entidades descritas en el párrafo anterior.

No para la obesidad en ninguna de sus formas y variedades.

Portentos futuros

El pasado año la prestigiosa revista Nature publicó uno de los reportes más espectaculares de esta técnica, en el caso de un paciente que ‘despertó’ de un estado vegetativo, semi-comatoso, en el que se encontraba por seis años. Este estado se caracterizaba por fases intermitentes de conciencia, a diferencia de lo que sería el estado vegetativo persistente. Gracias al procedimiento, el paciente, un hombre de 38 años que se hallaba en esta situación, como consecuencia de lesiones cerebrales graves, consiguió ingerir alimentos y producir algún habla.

Los investigadores, en este caso, implantaron electrodos que enviaban impulsos eléctricos al tálamo, zona profunda del cerebro que participa en la regulación de la consciencia. Los electrodos partían de una especie de marcapasos implantado subcutáneamente en el tórax del paciente. Según los investigadores, la técnica podría ser aplicable a individuos en un estado similar aunque puntualizan que este es un caso aislado y que podría no ser extrapolable a otros casos.

La depresión mayor es otra de las condiciones que se están investigando. Hasta el momento las exploraciones, que se están realizando en EE.UU. y la Unión Europea, han arrojado resultados equívocos en una mayoría de los casos. La razón puede residir en el hecho de que la definición de la Depresión, como entidad clínica, es imprecisa, gracias a la confusión creada por DSM-IV. (Véanse mis artículos al respecto).

Estructuras cerebrales de la memoria

La memoria se define como la capacidad de almacenar y recuperar información. Su función primordial es la de crear una experiencia que permita evaluar los hechos cotidianos y prepararnos para el futuro. Los recuerdos existen y persisten en tanto que éstos resulten útiles, por lo que a menudo se reemplazan por nuevas memorias. No se trata de una función circunscrita que está localizada en un punto específico del encéfalo, sino que reside en una serie de sistemas interconectados. El aprendizaje y la memoria son funciones cerebrales que van conjuntas, ya que en el cerebro existen áreas para ambas que actúan como una red, en la cual cada región tiene un rol diferente.

Existen distintas clases de memoria según su duración y el tipo de recuerdo almacenado:

• La memoria inmediata (de duración fugaz),

• La memoria a corto plazo (que dura unas pocas horas)

• La memoria a largo plazo (que dura de semanas a años).

En función de la naturaleza de los recuerdos, se habla de memoria implícita, que se refiere a sensaciones y habilidades que se evocan de modo inconsciente (olores o sensaciones táctiles), y de memoria explícita, que implica hechos, personas, lugares o eventos que se recuerdan mediante un esfuerzo consciente. (Para un estudio detallado, véase The Tangled Wing por M. Konner).

Los tipos de memoria se localizan en distintas áreas cerebrales identificadas gracias a estudios de pacientes a los que se había extirpado alguna zona cerebral, y a sujetos sometidos a cirugía cerebral cuya corteza fuera estimulada eléctricamente en distintos puntos. A nivel de los lóbulos temporales cerebrales mediales se encuentra la memoria a corto plazo. Por este motivo, pacientes con lesiones es esta región no recuerdan eventos del mismo día pero, pero, en cambio, recuerdan fácilmente episodios de su infancia.

Otra área importante en este respecto, es la corteza cerebral, y, en particular, la zona pre frontal, la cual posee un papel clave en la retención a corto plazo, y una de las zonas que se deteriora con el envejecimiento. Otra región de importancia es la del sistema límbico. Este último es un conjunto de estructuras situadas debajo de la corteza cerebral que comprende el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, el fórnix y la amígdala cerebral. Este sistema está involucrado en el aprendizaje y en la formación de la memoria corto y a largo plazo. (Véanse mis artículos acerca de P. P. Gage y de la Neurociencia).

En la enfermedad de Alzheimer se producen cambios anatómicos que involucran el último sistema mencionado. Las personas con deterioro cognitivo leve, considerado como estado intermedio entre envejecimiento normal y enfermedad Alzheimer, también muestran reducción de volumen del hipocampo.

A continuación proseguimos con la presentación de los hechos esenciales en las memorias hipotalámicas

Las memorias hipotalámicas y su significado

En la ciudad Toronto, el mes de agosto del 2007, se celebró una conferencia internacional acerca de las disorexias en general y de la obesidad en particular.

Dos estudios que fuesen presentados como parte de los trabajos científicos atrajeron la atención de la prensa internacionalmente. En uno de los estudios, que se llevase a cabo en la Colorado State University en Denver, los investigadores dividieron tres grupos de voluntarios a quienes le administraran tres regímenes dietéticos básicamente diferentes: Un grupo recibió 60% de las calorías de su dieta en forma de grasa, mientras que el otro grupo recibió solamente 20% de sus calorías de este modo. El tercer grupo de voluntarios recibió la mayoría de sus calorías en forma de carbohidratos complejos (como serían la yuca, el casabe, la papa y/o el arroz en nuestro medio).

Los resultados del estudio fueron predecibles: El grupo con la mayor cantidad de grasa ganó mucho peso, el grupo con el 20% de grasa ganó de peso también, pero ganó menos, el tercer grupo permaneciendo estable en lo que respectaba al peso.

Discusión

En nuestra opinión este proyecto ‘científico’ fue diseñado muy pobremente, ya que una dieta que contiene un 20% de grasa es una dieta mal balanceada (aunque en un país de tanta gordura como lo es los EE.UU. eso se considere aceptable). Los investigadores, también, cometieron el error de no decirnos cuántas calorías de grasa estaban consumiendo los tres grupos antes de comenzar el estudio, y, finalmente, llegando a la conclusión, sin evidencias, de que ‘el ejercicio físico es factor indispensable para evitar el sobrepeso’… que no siempre lo es.

El otro estudio que se presentara durante la conferencia el cual, también atraería atención internacional, fue resultado de los esfuerzos de un colega nuestro, el afamado A. Stunkard de la Pennsylvania State University en Filadelfia. Stunkard y sus colaboradores describieron un ‘síndrome’ el cual apodaran ‘El Síndrome del Apetito Voraz Nocturno’. En esta condición, la víctima desarrolla un apetito insaciable que se incrementa con la progresión y el proceso de la noche, provocando el consumo de cantidades ‘enormes’ de comida de alto contenido calórico. El remedio para este síndrome, que ofrece, el grupo de Stunkard, resulta siendo lo más inverosímil: ‘comer (sí comer) un desayuno y un almuerzo sensible’ — es todo…

He aquí el lugar donde los resultados de nuestras propias investigaciones ofrecen una explicación — la única explicación — para este asunto — ya que nuestros colegas, en la bella urbe de Toronto, no ofrecieron ninguna.

Nuestro hipotálamo cerebral descarga los deberes de proteger nuestra existencia de modo automático y mecánico. Pero, para poder llevar a cabo sus delicadas misiones, lo hace a través de las funciones que los neurotransmisores — mensajeros de ‘memorias’ reflejas depositan en él — las cuales se evocan cuando situaciones sobrevienen que imitan las circunstancias que hicieron posible la ‘memoria’ inicial.

Nos explicamos

De este modo se inicia el ciclo vicioso del ‘Apetito Voraz’:

Estrés? hambre ? consumo de comida en exceso ? consumo excesivo ? estrés ? hambre — y así continúa el ciclo como en moto perpetuo.

No, ni el desayuno ni el almuerzo (no importa cuán ‘moderados’ sean) alivian (porque no pueden aliviar) esta condición, sino que la empeoran.

El desayuno en sí, no es una comida esencial para nosotros (como hemos visto en mis artículos al respecto). Si tuviéramos acceso a un desayuno opíparo en nuestro estado aborigen, en lugar de salir a procurar comida (durante el período Paleolítico) sencillamente nos contentaríamos con jugar y reposar — porque lo que motiva y estimula nuestros esfuerzos, es el hambre.

El remedio, para la atrocidad de nomenclatura del ‘Apetito Voraz’, reside en la adopción de la dieta que la Naturaleza nos asignara: La Dieta Paleolítica, la que ha sido distorsionada y hecho irreconocible por tantos que dicen ‘entenderla’.

En resumen

Parecería extremo el implantar electrodos para regular el apetito y controlar la obesidad mórbida.

El tratamiento de la gordura, aún en sus formas leves, permanece un rompecabezas insoluble, como hemos visto en mi artículo La Opción de Hobson en psikis.cl y en monografías.com.

El tratamiento de las disfunciones de la memoria, es un capítulo de la neurociencia que merita mayor entendimiento, incluyendo la aplicación de metodologías que involucren el sentido de lo que sabemos acerca de las memorias reflejas y de las que son traumáticas.

Imagen

La persistencia de la memoria por Salvador Dalí.


http://blogs.monografias.com/sistema-limbico-neurociencias/2009/11/30/las-memorias-neurales-la-obesidad-y-el-hipotalamo/

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