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¿Por qué seguimos comiendo cuando no nos cabe más comida en el cuerpo?

The premise that hunger makes food look more appealing is a widely held belief — just ask those who cruise grocery store aisles on an empty stomach, only to go home with a full basket and an empty wallet.

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Investigaciones sugieren que la ghrelina — supuesta hormona del hambre — que el cuerpo produce cuando está hambriento, puede actuar en el cerebro para desencadenar este comportamiento extraño.

Nueva investigación en ratones sugiere que la ghrelina puede asimismo actuar en el cerebro, haciendo que se siga comiendo comidas placenteras cuando se está lleno.

Aparentemente, de acuerdo con los investigadores, en la Universidad de Tennessee, se come cuando uno está lleno porque el cerebro lo dispone.

En esto estamos de acuerdo, aunque esta investigación no lo explica, como más adelante veremos.

El estudio aparecerá en Biological Psychiatry.

Previamente, los científicos habían establecido las conexiones entre niveles aumentados de ghrelina con los placeres intensificados que las personas derivan del uso de la cocaína y el alcohol.

Por la misma razón, los científicos especulan que la ghrelina puede aumentar ciertos aspectos específicos de las recompensas asociadas con la actividad de comer.

‘Las recompensas, nos hacen sentir mejor’, dicen ellos, corroborando lo obvio.

‘Por esa razón, nos motivan a trabajar más duro para obtenerlas, reorganizando nuestras memorias para que recordemos cómo volver a lograrlas, añaden.

La idea que motivó el estudio, fue la de tratar de determinar cómo es posible, que, luego de una colación opípara, todavía queremos comer el postre — generalmente abarrotado de calorías.

Para esta prueba, el equipo de investigadores condujo dos exámenes de comportamiento.

En el primero, se evaluó si ratones que estaban saciados de comer preferían una habitación en la cual, previamente, habían encontrado una comida alta en grasas, a otra donde habían comido comida sosa.

Ellos encontraron que cuando a los ratones en esta situación se les administraba ghrelina, éstos preferían la habitación asociada con la dieta rica en grasa.

Para ratones sin la extra ghrelina, la situación les era indiferente.

Por esa razón, los investigadores especulan, que los ratones en la dieta rica en grasas, preferían la habitación, porque la asociaban con el placer de la comida que tanto disfrutaron.

Para la segunda prueba, el equipo de investigadores observó por cuánto tiempo los ratones tratarían de obtener, por medio de una palanca, comida rica en grasa.

Los animales que no recibieron ghrelina dejaron de hacer el esfuerzo para recibirla, muy rápidamente.

Los seres humanos y los ratones comparten las mismas hormonas y la misma arquitectura de los centros cerebrales del placer.

‘El próximo paso es determinar los circuitos neurales en el cerebro que regulan las funciones de esta hormona’, concluyen los investigadores.

En resumen

Parece ser que los investigadores están derivando muchas conclusiones de la poca información obtenida en las dos pruebas por ellos conducidas.

En mi artículo, Las pérdidas de peso y la mejoría de la diabetes post cirugías bariátricas: sus posibles mecanismos, decimos lo siguiente:


‘Ghrelina es una hormona péptida que es la única conocida sustancia circulante con propiedades orexogénicas (que estimulan el apetito).

‘Los niveles endógenos de esta hormona aumentan antes de las comidas y disminuyen después de comer, en los seres humanos y otras especies.

‘Éstos y otros hallazgos soportan la hipótesis de que ghrelina estimula el hambre y contribuye al comienzo de la actividad de comer.

‘Otros datos asimismo implican a la ghrelina en la regulación a largo plazo del peso del cuerpo como un orexogénico potencial, homólogo al anorexogénico de la leptina.

‘La ghrelina estimula el apetito, la leptina indica la saciedad.

‘Entre las evidencias en soporte de este rol es la observación de que los niveles de ghrelina aumentan con la pérdida de peso resultante de numerosas causas, incluyendo la restricción calórica, la anorexia del cáncer, el ejercicio, los trastornos del comer, e insuficiencias del corazón, hígados y riñones’.

Los investigadores, asimismo ignoran — no sabemos la razón por qué lo hicieron — hechos fundamentales acerca del efecto que el hipotálamo ejerce en la actividad de comer. (Léase mi artículo, El precio de una ‘jartura’ en monografías.com y en este mismo blog).



http://blogs.monografias.com/sistema-limbico-neurociencias/2009/12/29/%C2%BFpor-que-seguimos-comiendo-cuando-no-nos-cabe-mas-comida-en-el-cuerpo/

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