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La personalidad en el trastorno disociativo

RESUMEN
Introducción: El trastorno disociativo se ha asociado con la presencia de
acontecimientos traumáticos en la infancia y, especialmente, con los abusos sexuales.
Igualmente, se han propuesto diversos factores de personalidad que pueden influir en
la aparición de este trastorno. Metodología: El presente estudio analiza una muestra
de 36 personas diagnosticados de trastorno disociativo (DSM-IV) y atendidos en las
consultas externas de la Corporació Sanitária Parc Taulí de Sabadell (Barcelona). Se
realizó una evaluación de la personalidad mediante el Inventario de Personalidad
Millon-II y diferentes mediciones clínicas estandarizadas. Resultados: Se encontraron
puntuaciones patológicas en las diversas subescalas en todos los sujetos, pero
especialmente una elevación muy significativa de las subescalas de esquizoidia,
esquizotipia, histeria, depresión, ansiedad, abuso de alcohol y pensamiento psicótico.
No se detectó una presencia significativa de personalidad histriónica en nuestra
muestra. Los antecedentes de traumas en la infancia muestran asociación
estadísticamente significativa con puntuaciones elevadas en las subescalas de
antisocial, narcisista, de esquizoidia y de neurosis depresiva. Sin embargo, la
presencia de traumas sexuales específicos en la infancia no se correlaciona con
ninguna alteración en las diferentes subescalas. La gravedad de la clínica disociativa
se encontraba relacionada con la puntuación en las subescalas de personalidad
autodestructiva, de abuso de alcohol, de abuso de drogas, de pensamiento psicótico y
de depresión mayor. Conclusiones: En nuestra muestra, la personalidad de los sujetos
con síntomas disociativos está más cercana al constructo de personalidad esquizoide
y esquizotípica.
PALABRAS CLAVE: Trastorno disociativo. Personalidad. Cuestionario de personalidad.
España.
* Psiquiatra.Servei de Salut Mental. Corporació Sanitària Parc Taulí. Sabadell (Barcelona)
Correspondencia: Dr. Jesús Cobo. Servei de Salut Mental. Corporació Sanitària Parc Taulí s/n.
08208 Sabadell (Barcelona). Correo electrónico: jcobo@cspt.es



INTRODUCCIÓN
El trastorno disociativo está definido en las principales clasificaciones diagnósticas
actuales (CIE-10 y DSM-IV) como una alteración básica de las funciones de integración
normal de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno1 y, como
es conocido, en los últimos años ha crecido el interés en la literatura internacional,
especialmente anglosajona, por el trastorno disociativo y en general por el fenómeno de
la disociación. La disociación se ha relacionado últimamente con el padecimiento de
traumas, con la sugestionabilidad, con la reducción del umbral para el dolor y con la
aparición de un trastorno por estrés postraumático.2 En relación con éste último,
existen actualmente ciertas datos de que, por ejemplo, la experiencia de disociación
temprana en el momento del trauma favorecerá incluso la aparición de un trastorno
por estrés postraumático posterior.3-5
A pesar de todo ello, poco se conoce acerca del motivo por el que unas personas
responden al trauma con unos síntomas disociativos y otras no ya que, de hecho,
tampoco se conocen los mecanismos subyacentes al fenómeno disociativo. Un aspecto
que a priori se ha planteado como relevante ha sido la personalidad previa de estos
sujetos, que podría actuar como un factor de predisposición para experimentar estos
síntomas disociativos.


Cuando estudiamos la personalidad de personas con trastorno disociativo, lo
primero que nos llama la atención es la escasez relativa de estudios sobre el tema, sobre
todo en nuestro medio. Aún así, se han podido relacionar los traumas precoces con la
disociación en personas que padecen un trastorno límite de la personalidad6,7 y se ha
encontrado relación entre la esquizotipia y la disociación.8,9
En nuestro medio, la disociación, como la conversión, se tiende a asociar como
manifestación de una personalidad histriónica, probablemente en relación con la
inclusión histórica de la disociación dentro del clásico concepto de «histeria». El
concepto de histeria, al contrario que el de personalidad histriónica, se origina ya en
Hipócrates, aunque no fue hasta la obra de Jean Charcot (1825-1893) y, especialmente,
hasta los Estudios sobre la Histeria (1895) de Sigmund Freud (1856-1939) y Joseph
Bleuler (1842-1925) que tomó un papel central en la psiquiatría.10,11 Posteriormente, el
término de histeria fue sustituido por el de neurosis histérica al aunarse los síntomas de
conversión y de disociación en un entorno más global de neurosis.1 El concepto de
personalidad histriónica, por otra parte, se ha de relacionar con un estilo conductual
(activo-dependiente) y cognitivo (autoconfianza frágil) más que con una sintomatología
motora o sensitiva.12,13 Incluso existe un concepto intermedio, el de «personalidad
histérica» (no confundir con histriónica), que ha tratado de validarse en determinados
estudios.14 Sin embargo, al detenernos en un análisis de estas ideas muy extendidas, no
hemos objetivado que esta asociación se haya demostrado empíricamente.
Observamos también a menudo que los sujetos que presentan sintomatología
disociativa son diagnosticados de diversos trastornos de la personalidad. ¿Es esto así en
todos los casos?, ¿cuáles son las características de personalidad de estas personas?,
¿responden al patrón clásico de histeria o al constructo más moderno de personalidad
histriónica? En este estudio se examina la personalidad de las personas que sufren
trastorno disociativo así como la posible presencia y tipo de los trastornos de
personalidad comórbidos.
Nuestra hipótesis era que, tal como aparece en algunos estudios de la literatura,
encontraríamos una alta frecuencia de trastornos de personalidad y de rasgos de
personalidad alterada en estas personas, especialmente en aquellos que puntuaran más
alto en la escala de disociación. Esperaríamos, por otra parte, una presencia
significativa de rasgos de esquizotipia o esquizoidia, pero no un exceso de rasgos
histriónicos. Igualmente, encontraríamos que estas características de personalidad se
podían ver influidas por diversos factores, en especial por los antecedentes traumáticos.
METODOLOGÍA
Se incluyeron personas adultas de cualquier edad, atendidas consecutivamente en las
Consultas Externas del Centro de Salud Mental de la Corporació Sanitaria Parc Taulí,
en Sabadell, Barcelona, entre abril de 2004 y septiembre de 2004 inclusive. Todos ellos
debían cumplir criterios diagnósticos de trastorno disociativo, según la clasificación
M-T. BRU; M. SANTAMARÍA; E. POUSA; y cols.
Archivos de Psiquiatría (2008) – Núm 1 – Vol. 71 – p. 15–31 www.archivosdepsiquiatria.es 18
DSM-IV.15 El proyecto fue aprobado por el Comité Ético y de Investigación Clínica de la
Corporació y se financió con fondos propios.
Nuestro Centro de Salud Mental se encuentra situado en un Hospital general en la
comarca del Vallès Occidental de Barcelona y atiende a una población de referencia de
hasta 280.000 habitantes. Se trata de un entorno urbano y semiurbano, con una
distribución de población relativamente joven y vinculada al sector industrial y de
servicios. Debido a los cambios demográficos recientes, es una población con un
crecimiento positivo, fundamentalmente a costa de familias jóvenes provenientes del
entorno del Barcelonés (Barcelona y comarca) y, en menor medida de la emigración
comunitaria y extracomunitaria.
La mayoría de estas personas que detectamos además sufrían otros trastornos
comórbidos, generalmente un trastorno afectivo unipolar y/o un trastorno de la
personalidad, lo cual no era motivo de exclusión. Sí se consideraron criterios de
exclusión los trastornos psicóticos en general, el trastorno bipolar, la deficiencia
mental, los trastornos neurológicos y el consumo significativo de tóxicos (excluido el
tabaco).
Se diseñó una base de datos y se realizó un análisis estadístico fundamentalmente
descriptivo. Al tratarse de una investigación casi preliminar, es difícil poder establecer
consecuencias de asociación pero, de todas formas, se realizó un análisis estadístico de
asociación. Las variables cualitativas se presentan con su distribución de frecuencias.
Las variables cuantitativas se resumen en su media, mediana y desviación estándar
(DE). Se evaluó la asociación entre variables cualitativas con el test de χ2 o prueba
exacta de Fisher, en el caso de que más de un 25% de los esperados fueran menores de
5. En el caso de variables ordinales se contrastó la hipótesis de tendencia ordinal de
proporciones. Se analizó el comportamiento de las variables cuantitativas por cada una
de las variables independientes categorizadas mediante el test de la t de Student (en
comparaciones de una variable con dos categorías o el test de ANOVA). En todos los
casos se comprobó la distribución de la variable frente a los modelos teóricos y se
contrastó la hipótesis de homogeneidad de variancias. En el caso de los contrastes dos a
dos se utilizaron test no paramétricos, concretamente, la prueba U de Mann-Whitney.
En todos los contrastes de hipótesis se rechazó la hipótesis nula con un error de tipo I o
error α menor a 0,05. El programa informático utilizado para el análisis fue el SPSS
para Windows versión 11,5.
Procedimientos
Las personas de la muestra y que cumplían los criterios de inclusión y no los de
exclusión, fueron invitados a participar voluntariamente en el estudio por parte de los
profesionales que les atienden habitualmente. Tras informarles de las características
del mismo, firmaron el consentimiento informado y se les realizó un amplio
cuestionario sociodemográfico. Se realizó también una exhaustiva entrevista clínica y
LA PERSONALIDAD EN EL TRASTORNO DISOCIATIVO
Archivos de Psiquiatría (2008) – Núm 1 – Vol. 71 – p. 15–31 www.archivosdepsiquiatria.es 19
exploración psicopatológica y se consensuaron los diagnósticos clínicos DSM-IV
basándose en esta entrevista. El diagnóstico de estas personas se realizó por cualquiera
de los investigadores implicados (psiquiatra o psicólogo clínico) y se confirmó con los
criterios DSM-IV y mediante un acuerdo entre el investigador principal (M.T.B.) y otro
de los investigadores (J.C.). Se realizó también una revisión de su historia clínica y se
les pidió realizar una serie de baterías de test. La evaluación psicométrica de las sujetos
se realizó por una de las investigadoras (S.P.), independiente del equipo terapéutico.
Las personas cumplimentaron el cuestionario de disociación D.E.S. (Dissociative
Experiences Scale) diseñado por Bernstein y Putnam en 1986, en la versión castellana
de Roberto Lewis-Fernández y Peter Guernaccia, del Hospital de Cambridge.16 Esta
escala es autoaplicada y ha sido ampliamente utilizada para el estudio de la disociación
en diversos estudios previos y tanto en población clínica como en población general.
Fue diseñada como un instrumento de screening para la detección de trastornos
disociativos en poblaciones clínicas y, en este sentido, es un instrumento útil, ya que los
sujetos con trastornos disociativos puntúan más alto que otras poblaciones clínicas y,
por supuesto, mucho más alto que la población general. Las puntuaciones por encima
de 30 se consideran muy sugestivas de patología clínica disociativa destacada.
Para detectar los acontecimientos traumáticos sufridos por estas personas, se
utilizó el Cuestionario para Experiencias Traumáticas (T.Q.) de Davidson y cols.17
Igualmente, se recogieron todos los acontecimientos traumáticos que estas personas
habían experimentado a lo largo de su vida.
Como medida y caracterización de la personalidad, se utilizó el Inventario Clínico
Multiaxial II de Millon en su versión en castellano de TEA Editores.12 El inventario de
personalidad de Millon-II es una prueba de personalidad ampliamente utilizada y con
correlaciones con los diagnósticos utilizados en la clínica; se obtienen puntuaciones en
26 escalas, cuatro de ellas que se refieren a la fiabilidad y validez y diez que
corresponden a diferentes aspectos básicos de la personalidad: esquizoide, fóbica,
dependiente, histriónica, narcisista, antisocial, agresivo-sádica, compulsiva, pasivoagresiva
y autodestructiva/masoquista. También mide tres escalas de personalidad
patológica: esquizotípica, límite y paranoide. Igualmente, dispone de otras subescalas
que miden síndromes clínicos o psicopatología. Seis de ellas miden síndromes clínicos
DSM-III-R de gravedad moderada (ansiedad, histeriforme, hipomanía, distimia, abuso
de alcohol y abuso de drogas) y tres de gravedad importante (pensamiento psicótico,
depresión mayor y trastorno delirante). A pesar de esta referencia a criterios
diagnósticos DSM del Eje I o II, se ha de recordar que el Millon-II no realiza
diagnósticos DSM. Todo ello se enmarca en los conceptos de personalidad
desarrollados por Theodore Millon.13



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