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La carga compartida del sobrepeso

Más allá de los factores estéticos y psicológicos que suele involucrar un marcado exceso de peso, se considera que la acumulación inmoderada de grasa corporal constituye un verdadero proceso patológico que favorece la aparición y el desarrollo de enfermedades y alteraciones metabólicas crónicas, en aquellas personas afectadas que, asimismo, reducen la duración y calidad de vida más que en el resto de la población.


El sobrepeso corporal y la obesidad son dos grados de un mismo trastorno, muy frecuente en nuestro medio, que se caracteriza por una acumulación excesiva y generalizada de lípidos en los almacenes de grasa orgánica. El principal parámetro para determinar la existencia de sobrepeso corporal u obesidad es que el peso físico sea claramente superior al peso anatómico ideal. Así se considera sobrepeso si se supera el 10% del peso ideal y de obesidad si se supera en más de un 15%.


El mecanismo, hipotético, más constante por el que aparece el sobrepeso y más tarde la obesidad es el mantenimiento de un balance energético positivo de larga duración, es decir, la realización de una ingesta de nutrientes nutritivos, durante mucho tiempo, superior a la energía que realmente utilice el organismo,

de esta manera, la energía sobrante se acumula, en forma de lípidos, en los depósitos de tejido graso del organismo.


Este mecanismo (también conocido como el Sistema Fiscal o Fiduciario), aunque sea de mucha acepción general no es totalmente válido. (Véanse nuestras ponencias al respecto).


Igualmente, en teoría, para estimar cuáles son las necesidades de nuestro organismo, es importante conocer dos conceptos: los nutrientes energéticos y la tasa de metabolismo basal.


Los nutrientes energéticos son aquellos que pueden ser consumidos en el interior de las células y que liberan cierta cantidad de energía. Los más importantes son los hidratos de carbono o glúcidos y los lípidos o grasas y algunas proteínas.


Aproximadamente, cada gramo de lípidos libera una energía equivalente a 9 Kcal. y cada gramo de glúcido o de proteína, a 4 Kcal.


El alcohol, aunque no se considera un verdadero nutriente, también es un elemento energético y libera 7 Kcal. por gramo.


La tasa de metabolismo basal es la cantidad de energía que un individuo requiere para mantener su funcionamiento vital en condiciones de reposo completo, es una constante que depende básicamente del peso corporal y de la altura o la superficie del organismo. Se expresa también en Kcal. y se estima que el mantenimiento del metabolismo basal de un individuo equivale a unas 24 Kcal. diarias por Kg. de peso, o bien a unas 35 Kcal. por hora por m2 de superficie somática.


Pero además de utilizar la energía necesaria para el mantenimiento del metabolismo basal, cuando se realiza cualquier tipo de actividad mecánica, el organismo consume una cantidad extra de energía, que es directamente proporcional a la intensidad y la duración de la misma. De esta forma si consideramos el reposo como 1, una actividad física ligera sería de 2,5, si la actividad es moderada sería entre 2,4 y 5, mientras que para una actividad pesada sería entre 4 y 6.


La tendencia al consumo excesivo de alimentos energéticos se adquiere por lo general temprano en la vida, aunque en la mayoría de casos la obesidad suele aparecer alrededor de la pubertad, cuando habitualmente la actividad física diaria se reduce, o como también, sucede a menudo, cuando se desarrolla un mecanismo psicológico en virtud del cual, mediante la ingestión de alimentos, se intenta mitigar o compensar una sensación de ansiedad o de angustia.


Actualmente también se acepta que hay una cierta predisposición genética que haría que un determinado individuo tendería, o bien a tener más hambre de lo que es normal, o a acumular lípidos con más facilidad que otros con una ingesta similar.


No obstante, recientes investigaciones apuntan a que únicamente el 5% de los casos podrían tener este origen genético, dejando el 95% restante de casos de sobrepeso u obesidad a la supuesta ingesta excesiva de nutrientes energéticos.





El objetivo del tratamiento del sobrepeso y la obesidad es, básicamente, conseguir una reducción progresiva del volumen de tejido graso excedente. Esto se representa en la realización de una dieta progresiva a largo término y en medidas terapéuticas complementarias como ejercicios físicos, la fisioterapia y la psicoterapia.


Esta idea y método, cuando se aplican, sabemos que ofrecen pocas garantías de efectividad.


El propósito de una dieta es conseguir la pérdida de peso a un ritmo adecuado, manteniendo el equilibrio nutritivo, hasta la estabilización del peso más conveniente al nivel ideal particular para cada persona.


Una dieta, siempre personalizada, consta de dos fases.


En una primera fase, puede ser indicada una dieta hipocalórica, es decir, de bajo contenido energético, pero equilibrada desde el punto de vista nutritivo, hasta la obtención del peso deseado.


En una segunda fase, se iniciaría una dieta de mantenimiento que consiste en realidad en una alimentación completa y equilibrada, similar a la que se aconseja al conjunto de la población, aunque puede restringir, según los casos, el consumo de alimentos muy energéticos e innecesarios desde un punto de vista nutritivo.


Una dieta, cualquier dieta, que no toma en cuenta todos los factores que inciden en el sobrepeso de quien la sigue, siempre falla.



La dieta hipocalórica se basa, globalmente, en la reducción de la ingestión de alimentos muy energéticos, a fin de alcanzar un balance nutritivo negativo.


La pérdida de peso ha de ser lenta y progresiva, para ello se recomienda que la reducción de la aportación energética al inicio de la dieta no sea más del 40% en relación a la alimentación que se hacía hasta ese momento.


Pasadas unas semanas la reducción puede ser mayor en términos proporcionales, aunque se recomienda que no sea inferior a las 1,200 Kcal. diarias.


La base de todo es no pensar tan siquiera en pasar hambre, ya que el hambre tiene efectos poderosos y negativos en la función hipotalámica del cerebro.


De la dosis energética diaria se recomienda que un 55% provengan de los hidratos de carbono, un 20% de lípidos y un 25% de proteínas.


Más concretamente, la disminución ha de afectar principalmente a dos tipos de alimentos: los azúcares o glúcidos simples que se queman rápidamente y que, por lo tanto, retrasan la utilización de las reservas grasas del organismo, y las grasas de adicción, excesivamente ricas en lípidos pero deficitarias de otros nutrientes.


También es muy importante aumentar el consumo de fibra vegetal ya que contribuye a calmar la sensación de hambre, no aporta energía y acelera el tránsito intestinal de los alimentos, y prescindir totalmente de bebidas alcohólicas.


Sin olvidar que es necesario garantizar la adecuada ingesta vitamínica, de minerales, de agua y de electrolitos.





De un modo simplificado hemos revisado aquí los conceptos más utilizados por todos cuando se habla de dieta, calorías, perder de peso y metabolismo.

Lo que por necesidad y espacio omitiéramos fueron consideraciones personales y de naturalezas prácticas que deben guiar todo proceso de perder de peso.


Ya hemos dicho muchas veces (que) ‘perder de peso es como aprender otro idioma…’


Lectura sugerida:

Larocca, F. E. F: La Opción de Hobson en el Tratamiento del Sobrepeso.



http://blogs.monografias.com/sistema-limbico-neurociencias/2009/12/07/la-carga-compartida-del-sobrepeso/

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