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El Sendero de la Mente al Cuerpo: Derrotero de dos vías

Lecciones del Psicoanálisis Nunca Olvidadas




Cuando nos guiaba, en el arte de la terapia con niños, en Washington University Child Guidance Clinic, uno de nuestros supervisores y maestros, insistía en que ‘el cuerpo es una prolongación de la mente…’




Para muchos que proveníamos de la sección de psiquiatría general de la misma universidad, nos parecía totalmente absurdo que tal idea fuera posible, ya que ‘sabíamos’ que ‘la mente es función del cerebro’ — como nos lo habían inculcado.




Sin embargo, años más adelante, con los avances de las neurociencias y con las contribuciones de las mismas al entendimiento del psicoanálisis y del cerebro hemos descubierto muchas nociones inesperadas y de insospechado impacto, especialmente para nuestro entendimiento de las actividades de terapia y de los tantos trastornos psiquiátricos que, frecuentemente, toman derroteros inesperados.




Veamos:




• El elemento que forma la parte central de esta tesis es que durante el proceso del desarrollo humano, cambios ocurren que transforman la fisiología del cerebro de algunos pacientes y la de quienes los observan, a veces de maneras imprevisibles.

• Que los trastornos hipocondríacos, histéricos, la pseudociesis (común en algunos vertebrados), los trastornos facticios, los trastornos de la imagen del cuerpo, las disorexias, las adicciones y otras aflicciones, no representan ninguna ventaja de adaptación biológica ni proporcionan la felicidad — del modo como entendemos la última — a sus víctimas.




Así es como es…




En esta ponencia asimismo, haremos una revisión de dos condiciones que involucran distorsiones severas de la realidad, aunque los pacientes no sean psicóticos en el sentido estricto de la palabra, pero que se asocian con la automutilación, o con las distorsiones de la imagen corporal y cuya inclusión dentro de la nosología psiquiátrica, para muchos, es asunto controversial.




Comenzaremos con la Dismorfofobia o el Trastorno dismórfico corporal (TDC)




Este disturbio está incluido en DSM-IV-R como número 300.7




La dismorfofobia es un problema emocional que engendra una imagen distorsionada del cuerpo de quien lo padece. Se les diagnostica a aquellas personas que son extremadamente críticas de su físico o imagen corporal a pesar del hecho de no tener un defecto o deformidad que lo justifique. Los que padecen de dismorfofobia frecuentemente evitan el contacto social e incluso aún mirarse en el espejo por miedo a ser rechazados por su fealdad — para ellos cierta.




O pudieran hacer lo contrario, mirarse excesivamente en el espejo para así poder criticar sus inexistentes defectos.




Los órganos principales de sus obsesiones son la piel, la faz, los genitales, los dientes, los senos, las nalgas, la presencia de arrugas y/o cicatrices, la asimetría del cuerpo, la vellosidad excesiva, los labios, y la nariz. Pero, cualquier órgano puede ser punto de referencia para ellos.




Los hombres se preocupan generalmente de los genitales, mientras que las mujeres suelen preocuparse más con su cara, pelo y pecho.




Esta preocupación causa un deterioro pronunciado en la vida cotidiana de quienes sufre el desorden, como por ejemplo, su funcionamiento en el trabajo, estudios, relaciones sociales y otras áreas importantes de la vida.




A veces la persona decide no aparecer en público e incluso evita ir a trabajar, o comportamientos extraños, como salir de casa sólo de noche para no ser vistos, o inclusivo no salir en absoluto, llegando al aislamiento total.




En casos extremos se han reportado intentos de suicidio. Mientras que muchos de entre ellos, suelen estar desempleados o presentan retraimiento en el trabajo, lo que los incapacita laboralmente.




Algunos rasgos de personalidad asociados con este síndrome, son la inseguridad, la híper-sensibilidad, la presencia de rasgos obsesivos, padecer de mucha ansiedad, y la tendencia a ser narcisistas, o hipocondriacos.




Una reciente investigación realizada mediante la utilización de escaneos cerebrales, pone de manifiesto que el cerebro de estas personas es, en principio, estructuralmente normal, pero el problema es que funciona de modo anormal cuando procesa los detalles visuales — lo que aún no se ha confirmado, a pesar de lo que más adelante leeremos.




Se estima que el 97 por ciento de los pacientes con TDC evitan las actividades sociales normales y ocupacionales.




La mayoría de las personas estudiadas permanecen solteras o son divorciadas.




Muchos presentan ideas suicidas o autodestructivas, y suelen invertir varias horas del día en mirarse al espejo, un acto compulsivo que corresponde a lo que se conoce como una práctica ritual desde el punto de vista psiquiátrico.




Se observa en coexistencia frecuente con otros trastornos, especialmente con la depresión, la fobia social y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).




Muchos mencionan el Complejo de Tersites como una patología relacionada




El complejo de Tersites




El ‘Complejo de Tersites’, está relacionado al mito del hijo de Agrio, Tersites, quien según la leyenda era el griego más feo y el hablador más imprudente de Troya siendo asesinado, en acto de punición, por Aquiles — el del legendario tendón.




En 1962 Stutte utilizó la terminología ‘Complejo de Tersites’ para denominar a aquellas personas que padecían de un real, aunque leve, defecto físico, pero que al contextualizarse en la búsqueda de la perfección estética impuesta por la sociedad, vivían su defecto de una manera traumática.




Junto con muchos de los personajes principales de la Guerra de Troya, Tersites fue también un protagonista en el Troilo y Crésida de Shakespeare. Donde se representa como esclavo sarnoso de Áyax, a quien pronto abandona para ponerse al servicio de




Aquiles (retratado en la obra como una especie de bohemio), quien aprecia su humor amargo y cáustico antes de darle muerte.




Se reconoce que algunas personas tienden a sufrir porque no gozan de sus apariencias, pero quienes padecen de este trastorno sobrellevan en ellos una distorsión extrema de su imagen corporal que es reminiscente de la anorexia nervosa, de algunas personas normales — bajo circunstancias especiales como son muchas mujeres durante el embarazo — y de otras disorexias.




Si bien es cierto, que algunas personas descontentas con su figura se hacen operaciones de cirugía plástica para mejorar sus apariencias, pocas se consideran inenarrablemente tan horribles que se aíslan hasta el extremo observado en estos casos.




Irónicamente, TDC a menudo se cree que es resultado de una vanidad obsesiva, lo que, en la realidad, resulta ser lo opuesto, ya que estos individuos se consideran a sí mismos defectivos y feos.




En la psicopatología de estos sujetos, a menudo, se detectan conexiones con los trastornos obsesivo-compulsivos, de la personalidad mimética y de la personalidad limítrofe.




Por lo general, estos pacientes, o dedican horas del día a mirarse de forma crítica en el espejo, o lo evitan del todo, por miedos a su reflexión.




Se cree que el porcentaje de suicidios es muy alto en quienes han sido así diagnosticados.




Un estudio reciente, conducido en Alemania, demuestra que un 1-2% de la población general en ese país llena los criterios diagnósticos para esta condición, creando en sus víctimas casos de la ansiedad social crónica y severa.




Otros estudios han demostrado el comienzo de esta condición, en algunos casos siguiendo una cirugía cosmética.




Un caso, por nosotros conocido, desarrolló el trastorno inmediatamente después de haber sido sometido a cirugía gástrica por obesidad morbosa.




Un poco de historia




Al final del siglo antepasado, el investigador Enrico Morselli suministró una descripción clínica de esta entidad a la que llamó simplemente ‘dismorfofobia’.




En el año 1987, el término fue introducido y aceptado por DSM-IV-R, como Trastorno de la Identidad Corporal (300.7)




Los criterios diagnósticos son:




• El paciente está preocupado con defectos imaginados en su aspecto personal y extremadamente ansioso por el defecto más mínimo en su apariencia personal.

• Esta preocupación le causa estreses y le dificulta el trabajo y las relaciones personales y sociales.

• Otro trastorno (como la anorexia nervosa) no lo explica mejor.




Para la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), los comportamientos más salientes son:

• Chequeo compulsivo de la imagen propia en toda superficie reflejante

• Alternativamente, intolerancia de la propia figura vista en el espejo, resultando en la remoción de todos éstos en la casa

• Chequeo constante de defectos percibidos por toda parte del cuerpo

• Procurar conforte de otros para sentirse mejor

• Aislamiento social y depresión

• Chequeo constante y obsesivo de modelos y personas de belleza proverbiales para emular sus apariencias

• Acicalamientos extremos de la persona: peinándose, sacando las cejas, etc.

• Obsesión con las cirugías plásticas, cuyos resultados siempre disputan si las hacen

• En casos extremos, los pacientes se han hecho las cirugías ellos mismos con resultados desastrosos.




En su práctica privada, S. Freud tuvo un paciente, el aristócrata ruso, Sergei Pankejeff — apodado el ‘Hombre Lobo’ por Freud — cuya preocupación con la apariencia de su nariz le causó angustias inenarrables.




Las causas, como las de los trastornos de este género, son muy variadas e inespecíficas, por lo que no las discutiremos en detalle.




Sin embargo, cuando preparáramos esta lección, nos atrajo la publicación de las siguientes noticias médicas:




Detectan la Causa Neurológica del Trastorno Dismórfico Corporal




14 de enero de 2008




‘Aunque presentan una apariencia física normal, las personas que sufren de trastorno dismórfico corporal, o TDC, se perciben a sí mismas como feas o desfiguradas. Una reciente investigación mediante visualización de escaneos cerebrales, pone de manifiesto que el cerebro de estas personas es, en principio, estructuralmente normal, pero el problema es que funciona de modo anormal cuando procesa los detalles visuales.





‘Los resultados de esta investigación, realizada en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), son los primeros en demostrar una razón biológica para la percepción tan distorsionada que estos pacientes tienen de su imagen corporal.




‘Nuestro descubrimiento sugiere que en el cerebro con TDC, el ‘hardware’ está bien, pero que hay un problema técnico en el funcionamiento del ‘software’, que impide que los pacientes puedan verse con los criterios con los que lo hacen otros’, explica el Dr. Jamie Feusner, investigador principal y Profesor de Psiquiatría en el Instituto Semel de Neurociencias y Comportamiento Humano de la UCLA.




‘Ahora, al identificar los investigadores una posible causa física, también podrán identificar maneras de ‘entrenar’ a los cerebros de estos pacientes para que puedan aprender a percibir sus rostros de modo más cierto.




‘Los individuos con TDC tienden a obsesionarse con una deformidad imaginaria en su apariencia física o a magnificar hasta medidas extremas un ligero defecto. Para solucionar su ‘problema’, tienden a efectuarse cirugías plásticas, a veces en repetidas ocasiones’.




Tratamiento




No existe etiología establecida y por ende el tratamiento de estos pacientes es inespecífico, resultando en un pronóstico guardado.




Parte segunda de esta ponencia




Ahora proseguiremos con el estudio de otro síndrome que ha venido recibiendo mucha publicidad, especialmente en la prensa norteamericana.


El Trastorno de la Integridad Corporal o Body Integrity Identity Disorder (BIID)




También conocido como el Trastorno de la Integridad Corporal (TIC), asimismo se conoce como el Trastorno de la Integridad de Amputados, lo que consiste en el abrumador deseo de amputarse una ó más partes saludables y funcionales del cuerpo.




Tan extremo suele ser que (como viésemos en una de mis ponencias) un cirujano en Saint Louis y una neurocientífica destacada, resolvieron amputarse ellos mismos una mano, por razones inespecíficas e inexplicadas. (Véanse mis artículos al respecto).




Por extensión, el síndrome, hoy estudiado, hace referencia a todos quienes desean alterar la integridad de su cuerpo.




De manera increíble y, en contra de todo lo que sabemos acerca de nuestra especie — estrechamente relacionada a las de los primates — las víctimas desean con vehemencia la amputación de una ó más de sus extremidades.




Existen términos exóticos (de repetición innecesaria en este espacio) que diferencian varios aspectos de la presentación clínica: el deseo de lucir como persona amputada o de ser confundido con quien lo es, como asimismo existen algunos que sienten atracción sexual por los mutilados.




Prosigamos




Algunos autores cuantifican a estas deviaciones (al menos para nosotros, sino para ellos) como problemas similares a la transexualidad o el transexualismo.




Especialmente en aquellos hombres que desean el cambio sexual para convertirse en mujeres.




DSM-V y los augurios inciertos del futuro de la nomenclatura psiquiátrica




DSM-ETC la Biblia de la psiquiatría mundial — y reina suprema de todo lo absurdo — representada esta vez por su portavoz Michael B. First, planea la inclusión de esta última condición como entidad diagnóstica en sus páginas. Lo que hará cuando DSM-V se publique para así lograr aumentar su volumen, incrementar su precio y elevar su irrelevancia en todo lo que respecta al intelecto.




Para nuestros colegas, los herederos de Bob Spitzer, el TIC representa el deseo de gozar (y no, de sufrir) de una incapacidad física, lo que los coloca dentro del espectro del síndrome de Munchausen visto en mis ponencias.


Reacción médica




Actualmente, se entiende que muy pocos cirujanos operarían por razones de capricho a estos individuos — aunque, de acuerdo a un artículo en un periódico acreditado local, algunos lo han hecho y aún lo hacen.




Muchos estetas-éticos se preguntan si las cirugías plásticas, no son en su mayoría, automutilaciones iátricas…




De todos modos, en casos extremos, todos concurren que estos pacientes son víctimas de trastornos emocionales.




Las causas, por supuesto, como lo son con casi todos los trastornos emocionales, permanecen desconocidas. Lo que no impedirá a las industrias farmacéuticas emprender la búsqueda y mercadeo de una cura — como ya lo han hecho con la Timidez humana — si DSM-V los certifica como diagnóstico válido y establecido. (Véanse mis ponencias al respecto).




La neurociencia al rescate




Poco ha contribuido la neurociencia para esclarecer esta complicación del comportamiento humano que merezca aquí ser repetido, a menos que a quienes lean estas palabras les agrade la terminología tergiversada y el uso de locuciones estrambóticas como lo es: somatoparafrenia congénita.




Por razones desconocidas la mayoría de los casos consisten en hombres blancos, de las clases afluentes, y de edad madura.




Los síntomas son percibidos de manera aguda y prominente por quienes los padecen.




La persona se siente incompleta (sic) en posesión de cuatro extremidades. La víctima reconoce y selecciona cuál (o cuáles) de sus miembros debe de ser eliminado.




Hasta que la operación se celebre, el individuo envidia a todos los amputados del mundo.




Esencial y clínicamente, estos individuos no son psicóticos, porque ellos reconocen lo irracional (para otros) de sus ansiedades, lo que no impide que sus deseos persistan hasta que su operación se realice.




Muchos, para justificarlos, se lesionan intencionalmente para lograr sus objetivos extravagantes.




Ramificaciones éticas




Las ramificaciones éticas y morales siendo enormes, no impiden que, en escala menor, algunos de los pacientes obtengan las cirugías deseadas. Poderoso caballero es don dinero nos dice el bardo Francisco de Quevedo.




En resumen




En este lugar hemos presentado dos entidades — presumidamente — psiquiátricas y de boga reciente, las que carecen de explicación desde el punto de vista de la adaptación individual, que igualmente no poseen componente genético demostrable y que, en las categorías descritas en esta lección, no gozan de aceptación social o del entorno en que viven.




Dos condiciones que indican un desvío en la capacidad rudimentaria de mantener contacto con la realidad, como experiencia dinámica, para estructurar el ego, aunque en algunos de sus aspectos, de manera trágica, disminuyen algunas ansiedades y proporcionan equilibrio — aunque tenue — a las personas afectadas.




Si bien se desconocen sus causas y se consideren desviaciones de lo que llamamos ‘normal’, debemos de estar preparados para asistir de modo terapéutico y efectivo a sus víctimas y a quienes los rodean.




Bibliografía




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http://blogs.monografias.com/sistema-limbico-neurociencias/2009/12/12/el-sendero-de-la-mente-al-cuerpo-derrotero-de-dos-vias/

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