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La obesidad morbosa, la reducción del estómago y la epigénesis

La obesidad morbosa, la reducción del estómago y la epigénesis… Apagan el fuego, aventando las llamas




En su clásica contribución a la filosofía de la medicina (Illness as metaphor), la aclamada autora estadounidense, Susan Sontag, escribió: ‘Cualquier enfermedad importante, cuya causalidad es oscura, y, para la que los métodos de tratamiento son inefectivos, tiende a adquirir significancias extremas’ (la libre traducción de esta máxima es responsabilidad mía).




La obesidad satisface todos los criterios expresados en el párrafo anterior.

Veamos por qué




La obesidad es mal epidémico, para sus víctimas, presagia problemas físicos y sociales, su etiología es oscura y su tratamiento incierto. Puede, que, adaptando las palabras de Sontag, represente una metáfora de nuestros tiempos, como hemos dicho en otras publicaciones.




La capacidad de ganar de peso fue una adaptación del ser humano contra la hambruna que constituyera parte de su existencia selvática. Como esto ha cambiado, engordamos. (Véase mi ponencia, Las Políticas de la Gordura… en monografías.com).




La obesidad, como todo lo que percibimos, evoca simbolismos en nuestras mentes, teñidos con el color provisto por nuestras emociones, racionales, instintivas, inconscientes, y, a veces, irracionales.




La obesidad despierta la memoria de los pecados capitales de la pereza y la gula.




Estimulando tanto el desdeño de muchos, como — pocas veces logra aguzar — la simpatía de otros.




La confusión que rodea la génesis de este trastorno — tan refractario a toda razón o entendimiento — ha extinguido toda posibilidad para el intercambio legítimo entre científicos, obstaculizando la investigación.




Por éstas y otras razones, la obesidad persiste como la más malentendida de todas las condiciones humanas y también como la más explotada por los mercantes de las dietas comerciales.




Por décadas se ha disputado, acaloradamente, su etiología posible, muy a menudo, echando la culpa al obeso quien, para el pensamiento de tantos, parece vivir para comer y nada más — lo que es algo que está muy lejos de la realidad en la mayoría de los casos.




Las personas que tienen sobrepeso o que son obesas, con frecuencia, se tornan víctimas de la burla de quienes no las entienden, son humilladas por quienes son limitados de entendimiento, atormentadas con malos consejos de nutricionistas mercenarios, y patrocinadas con campañas espectaculares y engañosas, acerca de la validez falaz de las dietas — las que nunca han logrado substanciar su eficacia.




De todo lo mencionado, como solución a este problema, únicamente el mercadeo ha demostrado producir resultados, ya que la industria dietética en los Estados Unidos genera un ingreso estimado en más de los 80 mil millones de dólares anuales.




A pesar de que por todo el mundo los gordos malgastan montañas de dinero en sistemas para reducir de peso — lo hacen motivados por la desesperación y sin esperanzas — ya que ninguno de estas quimeras comerciales funciona.




Pero, aún así, y contemplando la posibilidad bochornosa del proceso innatural del bypass (o circunvalación del estómago), todavía seguimos engordando.




Pero, ¿por qué seguimos engordando sin poder parar?




Este artículo tiene como meta proveer una aportación distinta a otro aspecto del entendimiento de los obesos y de sus dilemas. Porque de la gordura, todos dicen y nadie sabe…




Cansados de que las dietas, finalmente, engordan, como, muy a menudo, lo hacen, y de que el yoyo dietético representa otra manera eficaz de ganar de peso. Para muchos, cuando el problema de la obesidad es extremo, no les queda otro recurso que el suministrado por los métodos mecánicos de la cirugía, para solucionarlo.

EL RECURSO FINAL: LA CIRUGÍA GÁSTRICA




La cirugía gástrica, o cirugía bariátrica, como también se la conoce, no es una nueva invención — sino que resulta ser consecuencia triste del estado de la impotencia que reina en la medicina — cuando esta última ciencia trata de enfrentar y resolver la condición difícil que confrontan las personas súper-obesas, con más de cien libras de sobrepeso o con un índice de masa corporal de más de 40.




La cirugía bariátrica, como todo lo que parece ser original, no es nueva




La historia de este procedimiento se remonta más allá de los cien años, cuando en el 1889 John A. Kelly, profesor de obstetricia en Johns Hopkins University operó la primera paciente para reducir el estómago. Los métodos de este cirujano, aun se consideran controversiales, sino extravagantes.




Años más tarde, la técnica misma, caería en desfavor para reaparecer, cuando la obesidad en sus formas exageradas, necesitaría métodos para confrontarla, igualmente heroicos.




Prosigamos




Antes de hacer una revisión del estado del arte en lo que respecta a las gastroplastías, cada vez más inescapables en todas las edades, revisemos la ciencia de la epigénesis, aunque de manera somera. (Para una revisión exhaustiva de este tema, véanse mis contribuciones al respecto).

OBESIDAD Y EPIGÉNESIS




Una de las nuevas disciplinas que hemos enlistado para explicar los trastornos donde la obesidad es extrema, es la de la epigénesis, la que hemos utilizado como manifestación del fenómeno que explica cambios que sucedan en la expresión de los genes sin que hayan variaciones en la estructura misma del ADN. (Como sucede con la ordenación fisiológica de la obesidad).




La acción de este extraordinario fenómeno en la expresión de los genes, se efectúa por medio de las actividades de materiales hereditarios (conocidos como transposones) que saltan y se insertan en otras porciones del cromosoma celular alterando su comportamiento usual — sin afectar, como dijéramos, la estructura esencial del genoma.




De esta elegante manera, podemos concebir de cómo un fenómeno de adaptación temporal, que heredáramos para poder subsistir las hambrunas repetidas del pleistoceno, mutó para que ganáramos y retuviéramos el peso aumentado — de otrora beneficioso — y que siguiéramos acumulando ese peso de manera desbocada, tornándose, eventualmente, en una amenaza para la salud y el bienestar de nuestro género.




Someramente podemos condensar nuestro raciocinio en esta frase: Que nuestra epidemia de gordura consiste en una respuesta de adaptación extrema, a la amenaza ficticia de una epidemia de escasez que nunca nos visita.




Ahora pasaremos a la esencia de esta ponencia.

LOS RIESGOS DE LAS CIRUGÍAS — A VECES SUPERFLUAS — PARA REDUCIR EL ESTÓMAGO




El apóstol Mateo, en el Nuevo Testamento, nos indica:




Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. 11:18

Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos. 11:19




Las comilonas, las jarturas y la gordura son los tres mosqueteros de la corpulencia…




Entonces, prosigamos en nuestro propósito de discutir las cirugías bariátricas




Durante los últimos años, la prensa internacional, ha provisto cobertura de varias personas obesas mórbidas, que habiendo pasado por el quirófano para tratar de mejorar su calidad de vida, y que, como consecuencia de la operación, murieron.




En otras palabras, que existen riesgos asumidos en la gastroplastía




Pero, como aun no existe la ‘bala de plata’ (o solución milagrosa), como la leyenda promete — cuando se trata de resolver el problema de la súper-obesidad — hoy fenómeno ubicuo y omnipresente — las cirugías permanecen como otra opción.

EL ENEMIGO DE TODOS: LA OBESIDAD MORBOSA




La obesidad extrema no consiste simplemente en estar muy gordo. Es un exceso de peso en grado tan exagerado que pone en serio peligro la vida del individuo que lo acarrea, debido a una serie de patologías asociadas — y de índole variadas: hipertensión, diabetes, cardiopatías, artrosis, insuficiencia respiratoria, apnea del sueño, disfunción renal y hepática — entre otras. Todo esto, sin contar el deterioro emocional y la marginación personal que suele acarrear una enfermedad de esta naturaleza tan deformatoria.




No hay una sola parte del organismo que se libre de los peligros que conlleva esta forma de obesidad, que es a su vez, una enfermedad crónica, degenerativa, y que menoscaba la vida.




Los enfermos con sobrepeso, en una minoría, se estima, que son susceptibles a la paliación provista por medidas dietéticas, cambios en estilos de vida e, incluso, fármacos — Pero, para los obesos mórbidos todo es mucho más difícil, ya que su exceso de peso es de tal envergadura que el abordaje terapéutico convencional no surte efecto o no es posible. (Véanse mis varias ponencias al respecto en monografías.com y en psikis.cl).




Sin embargo, la cirugía gástrica, como solución a este problema, se ha trivializado, cuando se ha difundido la idea de que es lo mismo someterse a una reducción gástrica que a una liposucción. Aquí cabe expresar, que incluso esta última intervención de carácter fundamentalmente cosmético tampoco está exenta de riesgos. (Véase mi contribución: Las cirugías plásticas: Belleza enlatada para aliviar nuestras faltas repudiadas en psikis.cl y en monografías.com).

BELLEZA ENLATADA




La cirugía de reducción gástrica no es simplemente cirugía estética. Muchos desean que creamos que es como si fuera una visita al dentista. Pero, no lo es.




Toda incursión a una sala de operaciones, bajo anestesia, comporta sus riesgos. Un libro excepcional a este respecto que, por todos, debe de ser leído es: (The Hungry Gene por E. Ruppel Shell).




Pasar por el quirófano, independientemente del motivo, acarrea un peligro que, en el caso de los obesos mórbidos, es mayor aún; porque, dadas las patologías asociadas que, a menudo ellos presentan, responden muy mal a las intervenciones quirúrgicas de cualquier tipo, no sólo a ésta.




A pesar de que desde el punto de vista técnico, cualquier especialista en cirugía estomacal está capacitado para efectuar estas intervenciones, lo cierto es que la cirugía para reducción del estómago es un caso aparte que requiere unidades especializadas y equipos profesionales muy experimentados. Lo que, a menudo no es el caso.




Veamos




Desde la anestesia, a la posición del paciente en la mesa de operaciones; pasando por el instrumental y la reanimación en las siguientes 24-48 horas, son completamente distintas a las de cualquier otra intervención.




A todo lo antedicho, hay que añadir un postoperatorio extremadamente delicado, que se extiende por la duración de la vida del paciente.




Por otra parte, y a pesar de que las técnicas quirúrgicas han evolucionado y son cada vez menos invasivas, debe de recordarse que alterar artificialmente el proceso normal de la digestión y absorción de alimentos no es un asunto menor — ya que lo detecta y lo registra el hipotálamo — nuestro ‘Big Brother’ biológico.




La función de este órgano, entre otras, consiste en salvaguardar la grasa acumulada y oponer su disminución.




Pero, como de siempre, hay más…

OTRA PERSPECTIVA A CONSIDERAR: LA DE LA NEUROCIENCIA




En esto reside la esencia de este artículo, en el cual se mantiene que, antes de intentar alterar las funciones del hipotálamo cerebral — que las reducciones del estómago, logran hacer con precisión quirúrgica — es fundamental conducir análisis exhaustivos del estado y condición total del candidato a la misma. Como tampoco entendemos que nunca debe comenzarse una dieta, tan inocente como ésta parezca, sin antes evaluar el estado emocional del paciente.




Aunque, a pesar de todo, las dietas se indican y se comienzan sin preámbulo alguno.




Entonces, por el efecto en la diminución de la ingesta; las reducciones del estómago funcionan como dietas mecánicas — acarreando las consecuencias propias y las compartidas con la actividad de dietar.




Por todos los riesgos que conlleva la reducción del estómago, es fundamental escoger minuciosamente a la persona que va a ser operada. Para ello se obtiene con toda la escrupulosidad posible, el perfil del paciente-candidato a someterse a este tipo de intervención.




En todos los materiales que consultáramos para este artículo, se requiere que el sujeto ha de tener un IMC (Índice de Masa Corporal) entre los 35 a 45.




Por otra parte, la edad debe de estar entre los 18 y los 55 años; ya que fuera de estos límites, el riesgo aumenta exponencialmente. Además de que la evaluación general haya suministrado evidencia de una salud mental equilibrada, por parte del paciente, así como haber padecido del sobrepeso extremo durante al menos cinco años y de haber fallado en todos los intentos convencionales para adelgazar — que, de todos modos, sabemos que, siempre fracasarán.




Igualmente, quien va a someterse a la operación ha de estar al corriente de que la cirugía de cualquier tipo en sí y por sí misma, no cura la obesidad, sino que es el primer paso de un largo camino tortuoso que requiere un cambio radical en los estilos de vida de quienes se someten al procedimiento. Cambio que ha de mantenerse para siempre.




Por la misma razón hay que involucrar el soporte y el entendimiento del entorno familiar.




EDUCACIÓN




Una de mis pacientes, que se caracteriza a sí misma como ‘una obesa sin complejos’. Y, quien lleva años luchando contra lo que ella denomina ‘el negocio de la gordura’, afirma que en el ámbito privado ‘(hoy) se opera con menos prudencia que (como se hiciera) hace unos años’ y ‘que (de la misma manera) se resta importancia a los efectos adversos que pueden presentarse tras el paso por el quirófano’.




Nuestra buena amiga, por supuesto, alude a muchos de los factores que, a continuación detallamos




Entre éstos se cuentan los efectos de la pérdida precipitosa de peso, evento que impacta en las funciones del hipotálamo cerebral. (Para entender la importancia del hipotálamo, léanse mis contribuciones publicadas en monografías.com y psikis.cl).




Entonces, surge la pregunta, que en seguida, proponemos…




¿Son éstas, intervenciones quirúrgicas, realmente, necesarias?




Desde el punto de los cirujanos que las hacen, no existen dudas: lo son, y nada más.




Pero, desde el punto de vista de la biología evolutiva no lo son ¡Punto!




En mi opinión, esta operación es compleja y ha de valorarse como un último recurso, cuyo propósito es el de mejorar la calidad de vida del paciente, limitando los efectos negativos de las enfermedades asociadas al exceso de peso, y no como otra manera adicional de hacer paz con la balanza.




Es decir, la cirugía reductora del estómago es una intervención con complicaciones posibles. Muchos pacientes son muy conscientes de su situación y cuando les explican que pueden morir, como consecuencia de la cirugía, responden que asumen el riesgo porque ya ‘están muertos’. En estos individuos con un grado de motivación alto, los resultados pueden ser satisfactorios. Pero no olvidemos que muchos de los pacientes operados han de tomar suplementos nutricionales, para evitar deficiencias vitamínicas severas, como las que hemos aludido en muchas de mis ponencias, así como pasar por controles médicos periódicos hasta el fin de sus días y, considerar el factor humano de que tan pronto, los pacientes se encuentran bien, muchos dejan de ser constantes. (Véase mi artículo: La motivación en el tratamiento del sobrepeso).




Además persiste la realidad de que existen muy pocas especialidades en las que la relación entre médico y paciente resulta ser tan estrecha, porque el camino que para ambos se presagia es una ruta larguísima. Por eso es vital que el cuidado y el seguimiento post operativo sean meticulosos.

UNA EPIDEMIA QUE SIGUE AVANZANDO




Cuando vemos imágenes como algunas de las que ilustran este texto, no pensamos ni en Europa ni en Santo Domingo. Efectivamente, la mujer de la fotografía que sigue, está comiendo en un centro de comida rápida en la ciudad de Liverpool, GB.




En este lado del Atlántico; donde el sobrepeso afecta a más del 60% de la población e, incluso, se estima que un 19% de los estadounidenses son obesos mórbidos. Sólo en el año 2005, el gasto médico atribuible a esta patología ascendió a 75.000 millones de dólares en esa nación — cifra astronómica, incluso para un sistema en el que los seguros son los que pagan la mayor parte de la factura médica.


Por su parte, en Santo Domingo se ha constatado una incidencia rápida de esta enfermedad que, para muchos especialistas, ya constituye una auténtica epidemia de nuestros días. Concretamente, aquí, donde el sobrepeso jamás había presentado problemas en términos de salud pública, los datos ya empiezan a ser verdaderamente alarmantes. Un estudio llevado a cabo, y publicado en la prensa local, por la Sociedad Dominicana de Gastroenterología, determina que el 35% de la población adulta es obesa dentro de nuestras fronteras.




En este país, carente de estadísticas accesibles y confiables, nosotros ‘visitamos’, con la regularidad posible, las páginas del termómetro de nuestra sociedad — el suplemento llamado El Ritmo Social — para estimar cuánto ha avanzado la obesidad entre las clases privilegiadas dominicanas. En este suplemento al periódico Listín Diario, cada domingo que se publica, abundan los especímenes humanos que dan lástima, por su exhibición adiposa extrema — así, que la bomba ya está a punto de estallar.




Como, si lo antedicho fuera poco, los niños americanos y los dominicanos, también están empezando a verse afectados por esta enfermedad. Según un estudio publicado a comienzos de este año en la revista Clinical Medicine, el 36% de los niños norteamericanos de entre seis y nueve años ya se han enemistado con la báscula — un porcentaje mucho más alto que el que se reportara hace 20 años, cuando entonces era sólo un 5%.




Teniendo en cuenta que buena parte de estos pequeños seguirán aumentado de peso de manera desproporcionada y se convertirán en adultos obesos, no son sorprendentes las voces de alarma que se están escuchando, provenientes de los lugares más cualificados.




Aquí y en muchos países suramericanos, hemos importado los hábitos dietéticos de los estadounidenses copiando lo mismo que ellos comen. Esto se traduce en consumir un exceso de grasas saturadas, de beber bebidas gaseosas en cantidades ilimitadas, de gozar del consumo de azúcares y de alimentos que contienen calorías denominadas vacías. Alimentos que engordan pero que no son eficientes para generar energía saludable para el organismo — así como constituye el abuso de alimentos y bebidas procesados — que, por regla general, contienen demasiada sal, pocos nutrientes, mucho azúcar, HFCS, y grasa hidrogenada o saturada — todos estos últimos, venenos de procedencia industrial y amigos fervientes de la obesidad.

¿QUÉ HACER?




Sólo nos queda, recuperar la dieta autóctona del ayer, vigilar lo que se come fuera de casa y hacer ejercicio, lo que, hasta el momento, se cree que siguen siendo las claves para contener esta situación. Lo que todos siempre olvidan, en el instante en que se abre otra hamburguesería o fast food restaurante, ya que éstas se inauguran en medio de celebraciones festivas — como contribución a la salud de los pueblos — y en las que todos se hartan, para tratar de dietar después.

EN RESUMEN




La obesidad es un hecho rotundo y contundente que ignoramos a nuestro riesgo.




Para el futuro de nuestro país las cosas lucen lóbregas, ya que la dieta que la mayoría de los dominicanos hoy adoptan, sobrepasa las características ofensivas de la que consumen los americanos, en todos los respectos.




Nuestro conocido Sir Michael Rutter, refiriéndose a los excesos del norteamericano, una vez pronunció lo siguiente, cuando visitara a Washington University en Saint Louis: ‘When Americans do it — they do it more — and do it more, so — than anyone else in the world’.




En este último aspecto ya nos parecemos, y mucho…




Concluimos, en este espacio, afirmando que la cirugía gástrica no es remedio para la obesidad — sino que es sólo admisión muy triste del fallo de la razón sobre un instinto.

BIBLIOGRAFÍA




• Sontag, S: (1988) Illness as Metaphor Farrar Straus & Giroux

• Ruppell-Shell, E: (2002) The Hungry Gene: The Science of Fat and the Future of Thin Atlantic Monthly Press

• Larocca, F. E. F: (2008) Neurociencia, epigénesis, microbios, la mente arrebatada y la ilusión del libre albedrío: La singularidad de la Reina Roja (en proceso de ser publicado)

• Larocca, F. E. F: (2008) La neurociencia del metabolismo férrico, la de algunos fármacos: O quien de hierro vive a hierro muere… y algunas otras historias espeluznantes (en proceso de ser publicado)

• Larocca, F. E. F: (2007) El precio de una ‘jartura’ en monografías.com

• Los siguientes son otros artículos relacionados que se encuentran bajo mi autoría en monografías.com:

• Del gen de la obesidad… ‘Of mice and men…’

• Dangers of HFCS- High Fructose Corn Syrup

• El Sentido del Olfato y la Neurobiología del Ser

• Obesidad

• La Obesidad como metáfora de Nuestro Tiempo I: La Cuestión

• El Patrón Genético de la Adicción al Tabaco, la Comida y el Alcohol



http://blogs.monografias.com/sistema-limbico-neurociencias/2010/02/01/la-obesidad-morbosa-la-reduccion-del-estomago-y-la-epigenesis/

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