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Ansiedad de Combate ¿qué es y por qué?

Sigo con mis aspectos psicosociales y ahora le toca el turno a la Ansiedad de Combate, que más tarde, muuuucho más tarde pasaría a llamarse Trastorno de Estrés Postraumático (TEPS). Os aseguro que tratar a una persona diagnosticada con este trastorno puede llegar a ser agotador y muy frustrante en ocasiones; a veces el horror vivido en una determinada situación es tan espantoso que la persona se hunde en un abismo del que es casi imposible sacarla. Otras veces, vivirá inmersa en una angustia que marcará todos los aspectos de su vida: afectivos, sociales, sexuales, laborales… Y sólo con el tiempo algunas personas lo superan. Pero hay casos donde los afectados/as han perdido el punto de retorno.
Prácticamente todas las mujeres víctimas de la violencia doméstica experimentan este trastorno. Sacar adelante a una mujer que ha vivido durante años una "ansiedad de combate" es trabajo de titanes. Pero puede conseguirse.
Las víctimas más recientes como son las del 11-M siguen luchando por seguir adelante; algunos ya son irrecuperables. Desconozco como están evolucionando las victimas del 11-S en EEUU, pero me puedo hacer una idea por extrapolación. Horrible.

Y como íbamos diciendo:

"El corazón de un sobreviviente es como una campana de cristal con una pequeña grieta: Ya no resuena" (Fred Wander, 1985).

La guerra representa uno de los hechos más traumáticos que puede atravesar el ser humano.
Para afrontarlo, se le exige suprimir sus emociones normales, suspenderlas, dejarlas entre paréntesis, levantar "la pared del sobreviviente".

Los primeros estudios sobre la ansiedad de combate se desarrollaron a partir de la I Guerra Mundial. Las expresiones empleadas entonces para denominar este trastorno vinculado con el estrés fueron "neurosis de guerra" y "shell-shock". Más tarde, con el desarrollo de la II Guerra Mundial, el mismo cuadro fue descrito bajo el nombre de "fatiga de batalla" (battle fatigue) o "fatiga de combate" (combat fatigue).

Los síntomas más característicos consisten en la suspensión de la habilidad para el juicio intelectual y en un estado de bloqueo emocional, acompañados, por lo general, de otras manifestaciones tales como:

* abuso de sustancias adictivas como el alcohol y las drogas; (respeto el original, pero me hace gracia que se hable siempre por separado de "las drogas" y el alcohol)
* alucinaciones;
* ansiedad;
* apatía;
* ceguera, mudez o sordera histéricas;
* desinterés;
* deterioro de los mecanismos de autocontrol;
* disminución de la confianza en sí mismo;
* espasmos epilépticos;
* incapacidad para comprender los problemas o planteos más sencillos;
* incomodidad física;
* inestabilidad emocional;
* insomnio;
* llanto incontrolable;
* parálisis;
* pensamientos dolorosos obsesivos;
* pérdida de la memoria;
* pesadillas;
* temblores;
* temores.

En el caso de los líderes, los primeros síntomas del trastorno suelen evidenciarse, además, en la falta de concentración, los olvidos, el desánimo, la depresión y los sentimientos de culpa.
De acuerdo con el modelo explicativo propuesto por Janoff-Bulman y Frieze, la guerra pone en crisis el bagaje cognitivo del sujeto. Ese mundo pleno de significaciones, predecible y por lo general carente de peligro, se ve cuestionado por el evento traumático.
La situación se torna incontrolable para el individuo y queda a merced de ella. Si bien la ansiedad de combate encuentra campo fértil en psicopatologías latentes previas que no fueron detectadas en el proceso de selección, la mayoría de los casos son el resultado de un trauma sufrido en elcampo de batalla.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Durante la Primera Guerra Mundial, inicialmente se creyó que la sintomatología traumática era de origen físico, y se atribuyó al efecto de la explosión de las granadas ("shell shock"). Paradójicamente, el británico Charles Myers, que en 1915 fue el primero en usar el término shell shock, postuló que las causas de la sintomatología presentada por los soldados eran de origen psicológico. De cualquier manera, la creencia más común era que los síntomas postraumáticos se debían a la cobardía y debilidad del soldado. En esta dirección, Yealland llegó a proponer en su trabajo de 1918, Hysterical Disorders of Warfare el uso de amenazas, castigos y avergonzamientos a modo de "tratamiento" para quienes sufrieran la Neurosis de Guerra. Incluso llegaron a usarse descargas eléctricas para tratar el mutismo y pérdida sensorial de algunos pacientes.

Un pequeño inciso: por eso le tengo tanta manía a Patton. Esa anécdota que cuentan de él en la que abofeteó a un soldado por "cobarde" me resulta despreciable; es como pegar a un paralítico porque no puede andar.
Sigo.

En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, Abraham Kardiner escribió The Traumatic Neurosis of War, donde describió los síntomas asociados al estrés postraumático, incluida la amnesia. Kardiner, junto con Herbert Spiegel, desarrollaron tratamientos para integrar las experiencias traumáticas.
La identificación de los síntomas con una alteración de la salud permitió sustraer paulatinamente el tratamiento de la órbita disciplinaria para convertirlo en objeto del dominio científico.
Las primeras descripciones del shell-shock fueron coincidentes, pero las interpretaciones propuestas discrepaban. Algunos médicos adjudicaban los síntomas a una suerte de locura debida a una herida en el cerebro ocasionada por el estruendo propio de la batalla. Otros, desde la psiquiatría, atribuyeron la enfermedad a una tendencia degenerativa latente en el paciente disparada a raíz del clima y el entorno vividos en el campo de batalla. Sin embargo, dado que no existía un sustento empírico que fundamentara una etiología fisiológica del mal, se abrió un espacio para el abordaje psicológico.


DISPARADORES DEL TRASTORNO

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el estrés constituye "el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción". Definido así, puede afirmarse que este concepto describe la respuesta normal del sujeto en el campo de batalla. La ansiedad de combate, en cambio, se corresponde con un nivel de estrés que excede ampliamente los límites habituales de ese estado de aprestamiento. El trastorno puede producirse luego de un instante o de un largo proceso de exposición a una experiencia traumática.

Su origen se vincula con el conflicto básico que se desarrolla en el soldado entre la preservación de la vida (propia o ajena) y el horror a la muerte (del sujeto, su compañero o su contrincante). En tanto que el deseo de vivir lo mueve a alejarse del peligro, los valores morales, religiosos y culturales, así como sus deberes para con los camaradas y la patria lo convocan a la batalla. Un combatiente puede estar fuertemente motivado para luchar y ganar, sin que por esa razón desee matar.

El contacto visual, la cercanía física, la similitud étnica, la pertenencia a un mismo grupo social o credo religioso, u otros elementos similares alientan la identificación del soldado con su contendiente y dificultan apuntar a matar. Cuanto más patente se hacen aquellos rasgos en que el atacante reconoce en el otro su propia humanidad, más difícil se torna acabar con su vida.
Por el contrario, todo lo que subraya las diferencias deshumaniza la imagen del contrincante, estimula sentimientos negativos hacia él (odio, rencor, deseo de venganza) y favorece la acción para su eliminación física. Así se explica, en buena medida, por qué quienes se desempeñan en tareas que lo alejan de una situación "cara a cara" con el enemigo (por ejemplo, en la artillería antiaérea) están menos expuestos a la ansiedad de combate.

La fatiga física y la irregularidad de los periodos de descanso y actividad contribuyen para que el estado de estrés del combatiente pueda resolverse en fatiga de batalla. Las últimas grandes guerras (como, por ejemplo, la del Golfo o Irak), muestran que alrededor del 25% de los casos se presenta durante los primeros 30 días de combate. Transcurrido ese tiempo, algunos sujetos desarrollan el "Síndrome de los Viejos Sargentos" ("Old Sergeants Syndrome") descrito por Chermol, cuyos síntomas característicos son, entre otros, la apatía, la falta de apego a la vida y al equipo, la ausencia de iniciativa, los vómitos, la diarrea, la depresión y el rechazo al contacto social.


Existe una relación bastante estrecha entre la índole de la tarea a desempeñar por el individuo y la posibilidad de aparición del trastorno. El número de víctimas de la fatiga de combate se incrementa con la peligrosidad de la misión. Por ejemplo, las fuerzas blindadas durante la II Guerra Mundial registraron los más altos índices de casos. Estos grupos suelen estar asignados para llevar adelante trabajos muy arriesgados y prolongados.
Aislados en un entorno de ruidos y confinamiento que favorece cierta pérdida de la noción del tiempo, conviven constantemente con una gran probabilidad de morir por incineración.

Si bien el cansancio y el estrés a los que están expuestos los miembros de las fuerzas armadas no necesariamente desembocan en ansiedad de combate, estos factores favorecen su aparición. Los avances en las tecnologías empleadas para la guerra permiten sostener ininterrumpidamente la situación de batalla durante periodos muy prolongados. Los enfrentamientos bélicos de fines del siglo XX y comienzos del XXI muestran que las acciones pueden continuar día y noche con independencia suficiente de los factores climáticos y de los condicionamientos del terreno. En consecuencia, resulta esperable un incremento del número de víctimas provocado por el trastorno bajo estudio.

El entrenamiento clásico impartido a quienes participaron en la I Guerra Mundial se hallaba impregnado de una fuerte inspiración en las formas burocráticas de organización del trabajo. Puede pensarse, entonces, que una parte significativa de los combatientes que desarrollaron shell-shock se sintieran a sí mismos como una suerte de engranaje que, alienado de voluntad, debía poner su acción y esencialmente su vida al servicio de una máquina (la organización militar) regida por una lógica propia. Además de obligar a una reflexión sobre las responsabilidades militares involucradas en estos padecimientos, las experiencias de aquel enfrentamiento motivaron una profunda revisión de las ideas dominantes sobre la salud mental.

EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO HOY.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III) reconoció por primera vez el TEPS (Trastorno de Estrés Postraumático) o PTDS ( Postraumatic Stress Disorder) como una entidad diagnóstica diferenciada en el año 1980.Fue categorizado como un trastorno de ansiedad por la característica presencia de ansiedad persistente, hipervigilancia y conductas de evitación fóbica.
Las respuestas al estrés traumático han sido etiquetadas de muy diversas formas a lo largo de los años.Algunos términos diagnósticos utilizados han incluido los de Neurosis de Guerra,Neurosis Traumática,síndrome Post-Vietnam o Fatiga de Batalla (Meichenbaum,1994).
En 1994,el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) fue publicado y en él se recogen,respecto a los criterios diagnósticos del trastorno,los últimos avances e investigaciones realizadas en el campo.

TIPOS DE EVENTOS TRAUMÁTICOS

Los eventos traumáticos son, en la mayoría de las ocasiones, inesperados e incontrolables y golpean de manera intensa la sensación de seguridad y auto-confianza del individuo provocando intensas reacciones de vulnerabilidad y temor hacia el entorno. Resulta interesante saber que los casos de violencia provocados por la mano del hombre resultan mucho más traumáticos que cualquier catástrofe natural.

Ejemplos de este tipo de situaciones son los siguientes:

-Accidentes
-Desastres naturales -huracanes, terremotos, inundaciones, avalanchas, erupciones volcánicas-
-Inesperadas muertes de familiares
-Asaltos/delitos/violaciones
-Abusos físicos/sexuales infancia
-Torturas
-Secuestros
-Experiencias combate
-Violencia doméstica.

Otras formas de estrés severo (pero no extremo) pueden afectar seriamente al individuo pero generalmente no son los detonantes típicos de un trastorno por estrés postraumático, como por ejemplo la pérdida del puesto de trabajo,divorcio,fracaso escolar...etc.

Es importante destacar, tal como indica la investigación reciente que, a pesar de la heterogeneidad de los sucesos traumáticos, los individuos que directa o indirectamente han experimentado este tipo de situaciones muestran un perfil psicopatológico común etiquetado en la actualidad bajo el rótulo de TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO y en algunas ocasiones se presentan otros trastornos asociados como depresión, trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico o abuso de sustancias (Solomon, Gerrity, & Muff, 1992).

SÍNTOMAS DEL TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Podríamos agrupar la sintomatología asociada mas común en tres grandes bloques:

A.- RE-EXPERIMENTACIÓN DEL EVENTO TRAUMÁTICO

-Flashbacks.Sentimientos y sensaciones asociadas por el sujeto a la situación traumática
-Pesadillas .El evento u otras imágenes asociadas al mismo recurren frecuentemente en sueños.
-Reacciones físicas y emocionales desproporcionadas ante acontecimientos asociados a la situación traumática

B.-INCREMENTO ACTIVACIÓN

-Dificultades conciliar el sueño
-Hipervigilancia
-Problemas de concentración
-Irratibilidad / impulsividad / agresividad

C.- CONDUCTAS DE EVITACIÓN Y BLOQUEO EMOCIONAL

-Intensa evitación/huida/rechazo del sujeto a situaciones,lugares, pensamientos,sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento traumático.
-Pérdida de interés
-Bloqueo emocional
-Aislamiento social

Los tres grupos de síntomas mencionados son los que en mayor medida se presentan en la población afectada por el trastorno por estrés postraumático,sin embargo es común observar en la práctica clínica otros problemas asociados al mismo.

Entre los TRASTORNOS más comunmente asociados destacan:

-ATAQUES DE PÁNICO

Los individuos que han experimentado un trauma tienen posibilidades de experimentar ataques de pánico cuando son expuestos a situaciones relacionadas con el evento traumático.
Estos ataques incluyen sensaciones intensas de miedo y angustia acompañadas de síntomas como taquicardias,sudoración,nauseas,temblores,etc.

-DEPRESIÓN

Muchas personas sufren episodios depresivos posteriores ,pérdida de interés,descenso de la autoestima e incluso en los casos de mayor gravedad ideaciones suicidas recurrentes.
Estudios recientes muestran,por ejemplo,que aproximadamente el 50% de las víctimas de violación muestran ideas recurrentes de suicidio.

-IRA Y AGRESIVIDAD

Se tratan de reacciones comunes y,hasta cierto punto lógicas,entre las víctimas de un trauma.Sin embargo cuando alcanzan límites desproporcionados interfiere de forma significativa con la posibilidad de éxito terapéutico así como en el funcionamiento diario del sujeto.

-ABUSO DE DROGAS

Es frecuente el recurso a drogas como el alcohol para tratar de huir/esconder el dolor asociado.En ocasiones esta estrategia de huida aleja al sujeto de recibir la ayuda adecuada y no hace más que prolongar la situación de sufrimiento.

-CONDUCTAS EXTREMAS DE MIEDO / EVITACIÓN

La huida/evitación de todo aquello relacionado con la situación traumática es un signo común en la mayoría de los casos,no obstante,en ocasiones este intenso miedo y evitación se generaliza a otras situaciones,en principio no directamente asociadas con la situación traumática lo que interfiere de forma muy significativa con el funcionamiento diario del sujeto.
Estos y otros síntomas,en la mayoría de los casos,disminuyen de manera significativa durante el tratamiento,sin embargo en ocasiones,y dada su gravedad,pueden requerir intervenciones adicionales específicas.
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De los tratamientos hablamos otro día...pero si alguien tiene curiosidad sólo tiene que pinchar en el primer enlace de abajo.


http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/viewtopic.php?f=50&p=79356

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