jueves

¡Que se mueran los feos!

Las personas físicamente poco agraciadas o con kilos de más lo tienen difícil en una sociedad enloquecida por la imagen. Es una nueva forma de discriminación.


Si la belleza está en el interior ¡lástima no ser reversible! En la era de la imagen y de los retoques estéticos resultar atractivo ha pasado de ser privilegio de unos cuantos a convertirse casi en una exigencia social. Como consecuencia de este culto al cuerpo y a las caras bonitas, no cumplir con los cánones de belleza o con el peso ideal puede llegar a convertirse en una desventaja importante.

Los guapos lo tienen más fácil a la hora de conocer gente, encontrar el amor, hacer nuevos contactos o conseguir trabajo, concluyen varios sesudos estudios sobre el tema. Aunque esto es algo que ya todos sospechábamos, sobre todo en lo que respecta al amor y al sexo, donde el atractivo juega una baza fundamental. Así lo confirma la encuesta nacional sobre hábitos sexuales de los españoles: al ser preguntados sobre “qué características físicas, de la personalidad o materiales hacen que usted desee sexualmente a otras personas”, la respuesta mayoritaria, tanto de hombres (27%) como mujeres (16,1%), apunta “al físico, la belleza” en primer lugar frente a otras consideraciones.

Favoritismo innato.
Pero ahora el atractivo se exige en otros ámbitos donde antes no era requisito imprescindible, como en el laboral. Los guapos ganan más dinero y consiguen mejores trabajos. A esta conclusión han llegado Ingrid Olson y Christy Marshuetz, investigadoras del Centro de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Pensilvania. “Las personas atractivas están mejor pagadas, son consideradas más inteligentes y reciben mejor atención en la mayoría de las facetas de su vida. Este favoritismo, aunque pobremente comprendido, parece ser innato e intercultural. Los estudios sugieren que incluso los niños pequeños prefieren rostros atractivos”, afirman. De la misma opinión es el doctor en Filosofía y profesor de Ética de la Comunicación de la Universidad Cardenal Herrera CEU Miguel Catalán, que explica en su ensayo Anatomía del secreto cómo en estos momentos uno de los principales factores de discriminación laboral lo constituye el aspecto físico. “Las personas poco agraciadas obtienen en general trabajos peor remunerados que los guapos; las mujeres feas son rechazadas por su aspecto físico tanto en trabajos donde la belleza es rentable como en aquellos donde no afecta a la cuenta de resultados”. Esa diferencia repercute también en los empleados ya contratados: una muestra de 7.000 trabajadores arrojó el resultado de que los feos cobran en sus empleos una media de un 10% menos que los guapos, con relativa independencia del tipo de empleo.



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