sábado

¿Aumentan las enfermedades mentales?

No sólo es el espectacular aumento del autismo entre los niños lo que está levantando la voz de alarma, sino tambien y en general los trastornos de personalidad en los adultos, el TADH entre los niños -que es la enfermedad más prevalente- seguida de los trastornos alimentarios e incluso un incremento en el trastorno bipolar y una extensión de todos los trastornos mentales graves a edades mas precoces.

Esta mañana hemos tenido un interesante debate en mi servicio acerca de esta cuestión. Las opiniones están repartidas entre estas posturas:

los que creen que estas enfermedades no han crecido sino que se conocen y diagnostican mejor.
los que creen que es la influencia de las multinacionales farmacéuticas -necesitadas de vender psicofármacos- las que propician y divulgan versiones cada vez más inclusivas en los manuales diagnósticos a fin de aumentar su mercado potencial.
Pero cada vez resulta mas dificil sostener que algunas enfermedades mantienen la misma incidencia que antaño cuando no sabiamos diagnosticarlas. Por ejemplo en este articulo se señala que precisamente en el caso del autismo la incidencia de la enfermedad ha aumentado hasta 600 veces con respecto a hace veinte años atrás, más concretamente y según este informe en los casos de autismo han pasado en tan sólo dos años a afectar a uno de cada 150 menores en 2007 a uno de cada 110 en 2009.

Se trata de cifras oficiales en USA y que delatan un incremento espectacular e innegable.

Lo cierto es que las dos opiniones más arriba expuestas tienen parte de razón: sabemos diagnosticar y más precozmente las enfermedades y existen presiones por parte de los fabricantes para extender ciertos tratamientos a todo el espectro de los trastornos mentales incluso a aquellos que antes no se clasificaban como enfermedades sino como rarezas o calamidades del carácter. Por ejemplo, hoy tendemos a tratar con psicofármacos los trastornos de personalidad a pesar de los malos resultados que obtenemos o con antidepresivos cualquier tipo de depresión a pesar de saber que sólo las depresiones endógenas van a responder a los tratamientos pertinentes.

Asi y todo ninguna de las hipótesis anteriores explica del todo el incremento de la patologia mental en el nivel asistencial, es evidente que la causa no puede ser única y que debemos exprimirnos un poco más los sesos para encontrar otras explicaciones.

Y como no hay dos sin tres recojo la hipótesis del Dr Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental (NIH), presidente del Comité de Autismo de esta institución. “Cuando se ve un crecimiento de este tipo, hay que pensar que se trata de un problema ambiental”, dice.

Un problema ambiental es no decir nada, ¿se refiere a tóxicos ambientales, al calentamiento global del planeta, al mercurio de las vacunas?

Lo cierto es que la patologia mental es muy patoplástica, es decir cambia según la época en que se recoje un determinado fenómeno: la nosología está escrita por personas que pertenecen a determinados entornos culturales y temporales. Esta idea significa que las enfermedades mentales cambian su sintomatologia segun el contexto histórico, no es lo mismo una esquizofrenia hoy que en el medioevo. Pero más allá de esta idea para mi existe una variable critica: la idea de que las conceptualizaciones sobre la enfermedad cambian la enfermedad, no porque nuestra idea sobre la misma modifique su patoplastia sino que ambas: concepto y patoplastia son la misma cosa.

Al conceptualizar una enfermedad -al menos mental- la estamos modelando pues es imposible separar al observador de lo observado cuando lo observado es precisamente lo que observa: otra mente.

Es como si las enfermedades y la conceptualizacion que hacemos de ellas fueran de la mano.

De manera que nuestra forma dicotómica (dialéctica) de pensar “o esto o lo otro” puede estar errada y es muy posible que exista un “tertium inter pares“, una tercera opción que oponer a las dos opiniones manifestadas con anterioridad y que desvelaré al final del post:

Es posible que la pregunta además esté mal formulada y que lo que esté sucediendo no es que las enfermedades mentales hayan aumentado sino que hayan mofificado su patoplastia hacia versiones de sí mismas distintas a las clásicas.

Es cierto que algunas enfermedades han disminuido: por ejemplo las oligofrenias en general y el sindrome de Down en particular tal y como ya conté en este post, también algunas formas de esquizofrenia negativa, la hebefrenia por ejemplo que fue durante el siglo XIX la forma más frecuente entre los internados mientras hoy es la forma paranoide la más frecuente. En las enfermedades somáticas sucede algo parecido: la ulcera gastroduodenal y las enfermedades infecciosas tambien disminuyen y son reemplazadas por otras no necesariamente más benignas como las enfermedades autoinmunes y el cáncer que están sometidas a la misma polémica que presta el titulo a este post, no hay consenso sobre el asunto.

Algunos psiquiatras sostienen que -en relación con el autismo- no es que haya aumentado su frecuencia sino que nuestra actual conceptualización tiende a agrupar enfermedades diversas en un único espectro de entidades parecidas, asi el autismo clásico (sindrome de Kanner), el sindrome de Asperger, la enfermedad de Williams o la enfermedad de Rett junto con otras enfermedades graves sin nombre propio suelen clasificarse juntas como trastornos del neurodesarrollo y dan la impresión cuando son codificadas de forma ensamblada que haya crecido su incidencia cuando lo que ha cambiado en nuestra forma de clasificarlas.

Como si fueran iguales.

Algo parecido sucede con el trastorno bipolar, si contamos todas las formas clínicas incluyendo a las que representan pequeñas oscilaciones del humor de forma cíclica -como sucede en la ciclotimia- le añadimos la hipertimia y contamos además las depresiones unipolares en su cómputo total es seguro nos dará mucho mas que ese 1% de prevalencia-vida que se le supone clásicamente al trastorno. Dicen que el trastorno bipolar está aumentando de frecuencia y este aumento tiene que ver tanto con la conceptualización de esas formas menores. Da la casualidad que ste aumento coincide con la introducción de los normotímicos, fármacos carísimos que se venden como churros a pesar de que el barato litio sigue siendo el psicofármaco más eficaz contra este trastorno.

La histeria clásica – de conversión- ha desaparecido practicamente de las consultas médicas pero en su lugar aparecen entidades marcadas por el misterio: dolores inexplicables, pruritos sin causa medica, cistitis rarisimas, personas que no quieren comer (anorexicas) y personas que comen demasiado y no pueden controlar sus ingestas y todas terminan en el psiquiatra -aunque en ocasiones ofrecen una fuerte resistencia- porque en el mundo de hoy aquello que no es organico ha de ser a la fuerza psicogeno, tal y como ya expliqué en este post sobre las no-enfermedades.

Tal y como el lector sagaz ya habrá percibido los datos contradicen la evidencia de que efectivamente ciertas enfermedades disminuyen a costa de otras que aumentan y de que no existe consenso sobre esta cuestión: ¿estaremos condenados a negar nuestra propia percepción de la realidad hasta que la ciencia demuestre que efectivamente hay un crecimiento real?

De manera que no hay que fiarlo todo a los datos.

Mi impresión despues de unos 33 años de ejercicio profesional es que la psiquiatria ha cambiado mucho y las enfermedades mentales aun más, los pacientes muchisimo más. Pero volviendo a la hipotesis ambiental de Insel hay que añadir que lo que más ha cambiado es nuestro entorno, la sociedad, sus valores y en consecuencia, las expecatativas, creencias, cogniciones, emociones de nuestros contemporáneos. la pregunta buena seria en mi opinión esta:

¿Habrá una menor tolerancia social e individual al malestar mental de forma simultánea a una mayor generación de dificultades para entender la complejidad del mundo?

Esa es mi opinión: una causa triple-ambiental, por una parte orientarse en un mundo como el nuestro tiene mayor dificultad que el mundo en que yo habité de adolescente y de niño. Por otra parte esta complejidad va acompañada de un menor bagaje de recursos emocionales para resolver problemas. Y por fin: tenemos muy poca tolerancia al sufrimiento y no sabemos criar hijos, educarles, dotarles de valores y propiciar crecimientos y maduraciones suficientemente buenos en los que dependen de nosotros. Ni sabemos ofrecer modelos sólidos de identificación para nuestros hijos, ni cuidar de nosotros mismos ni mucho menos de nuestros mayores. Y lo peor: hemos dejado de ser bases seguras hasta para nuestros bebés. ¿Donde retroceder, si la amenaza no está afuera sino en lo que deberia mostrarse como referencia de amor, confianza, sostén y cuidado?

Habitamos un mundo burdo, ocasional y a veces tan surealista (basta con oir a nuestros politicos) que es inevitable que aumente nuestro malestar psíquico y nuestra confusión y que terminemos engordando las estadísticas de eso que se ha venido en llamar salud mental.

Dicho de otra manera: las enfermedades mentales están aumentando pues hay que sumar a las enfermedades mentales clásicas -que se manifestarian inexorablemente en cualquier sociedad- a los malestares de nuestra cultura que nos hacen enloquecer como si hubiéramos aprendido a plagiar a la naturaleza.

Y la peor noticia: que no sabemos discriminar a unas de otras.



http://pacotraver.wordpress.com/2010/01/22/%C2%BFaumentan-las-enfermedades-mentales/

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