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Neurogénesis

CAMILO JOSÉ CELA CONDE Hace tres años, uno de los dogmas más sólidos de la neurociencia recibió un golpe muy serio. La idea de que el cerebro adulto sólo varía perdiendo capacidad de funcionamiento, la mala noticia de que el destino de las neuronas más allá de una edad bien juvenil es el de desaparecer, fue sacudida gracias al descubrimiento de algunos casos en los que se producía la generación, en organismos adultos, de nuevas neuronas. La revista Cell publicó ayer un artículo que detalla un aspecto de ese proceso tan esperanzador –aunque sea a título de clavo ardiendo al que agarrarse– para quienes contamos ya con demasiadas décadas a nuestras espaldas. Por desgracia para la esperanza humana, el hallazgo se refiere al cerebro de roedores. En concreto, al hipocampo de ratones y ratas.

Mediante una batería de experimentos realizados en roedores con deterioro en el hipocampo, Mitsubishi Kagaku, investigador del Institute of Life Sciences de Tokio, Japón, y sus colaboradores han detectado esa neurogénesis adulta tan sorprendente. También han ofrecido una interpretación sobre cuáles serían las funciones de las nuevas neuronas: almacenar los conocimientos que van llegando cuando la memoria previa existente ha llenado el almacén disponible.

Las explicaciones funcionales son aún más difíciles de lograr que la identificación de estructuras relacionadas con las actividades cognitivas. Las críticas a la propuesta de Kagaku y sus colaboradores acerca del papel de las nuevas neuronas han aparecido incluso antes de la publicación del trabajo, un milagro debido a las facilidades que dan las revistas mediante la anticipación electrónica de sus contenidos. Las puntualizaciones a mi entender más interesantes, como las apuntadas por Greg Miller en la revista Science, relacionan los hallazgos en el hipocampo de las ratas con el caso de Henry Molaison, un paciente al que, intentando curar su epilepsia, se le extirpó a mitades del siglo pasado parte del hipocampo y del sistema límbico provocándole amnesia, incapacidad para añadir nuevos recuerdos. Quizá la lesión del hipocampo en el ser humano y la generación de neuronas en esa misma región cerebral en las ratas sean fenómenos conectados a través de un parecido mecanismo mnemónico. Quizá no.

Existe el proyecto, anunciado en junio pasado y no sé si iniciado ya, de ofrecer un atlas electrónico del cerebro de Molaison –que se conserva desde su muerte con un cuidado extremo– con el fin de facilitar a los investigadores el acceso a las particularidades que supuso la intervención quirúrgica del infortunado paciente y poder relacionar sus daños cerebrales con la pérdida de capacidades cognitivas. Como se ve, se trata de hacer viable un trabajo aún pendiente. Pero la posibilidad, aun remota, de obtener resultados que pongan de manifiesto cómo trabaja nuestro cerebro compensa de sobras los esfuerzos. En particular si el premio puede ser el de la esperanza de la regeneración, siquiera mínima, de los órganos que hacen que, con la edad, se esfume nuestra memoria.


http://www.diariodemallorca.es/actual/2009/11/14/neurogenesis/521427.html

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