Psic. Citlali Amado Gómez
Para el estudio de la salud mental cada rama especializada como la psiquiatría, la psicología o el psicoanálisis, se ha encargado de realizar diversas clasificaciones de la psicopatología del ser humano.
El psicoanálisis hace una clasificación general que podríamos dividir en cuatro: psicosis, neurosis, trastornos de personalidad y los trastornos limítrofes de la personalidad. En el presente artículo nos ocuparemos de describir específicamente la psicosis y la neurosis.
Tanto la psicosis como la neurosis se caracterizan por cierto sentimiento de displacer del individuo respecto a su estado emocional; existe una inconformidad con su manera de ser y presentarse. Ésta es la única característica que poseen ambas clasificaciones ya que en lo restante, son diametralmente opuestas.
El término neurosis se ha empleado para personas que, a pesar de poseer ciertas dificultades en su vida, son personas emocionalmente sanas. Es decir, nos habla de individuos que poseen un nivel alto de capacidad de funcionamiento, a pesar su sufrimiento emocional.
Cuando se nos presenta alguna crisis o dificultad en la vida, nuestro aparato psíquico hará uso de ciertas “defensas” en búsqueda de reestablecer el equilibrio. En el caso de quienes padecen una neurosis, estas defensas son maduras y le permitirán hacer frente a las desavenencias sin tener que deformar mucho la realidad.
Pero, ¿qué provoca una neurosis? Los individuos neuróticos fueron criados por padres que estuvieron presentes durante su desarrollo, fueron empáticos y le permitieron experimentar fuertes sentimientos y afectos. Por esta razón, en psicoanálisis hablamos de que la neurosis nos remite a personas seguras, capaces de amar y trabajar.
El neurótico mantiene capacidades más racionales y objetivas en medio de tormentas afectivas y distorsiones asociadas; su estructura psíquica se mantiene y a pesar de la dificultad podrá manejar la situación.
Los neuróticos tienen un sentido de identidad integrado, saben quiénes son y, por lo tanto, su conducta es consistente a través del tiempo. Son personas que pueden describir su temperamento, sus valores, gustos, hábitos, convicciones, virtudes y defectos.
Un aspecto muy importante es que los neuróticos están en contacto sólido con lo que llamamos “realidad”, son capaces de distinguir los estímulos como provenientes del mundo interno o del mundo externo. Un individuo neurótico no presenta alucinaciones o delirios porque tienen poca necesidad de entender o mal interpretar las circunstancias para poder asimilarlas.
La naturaleza de sus dificultades no es tan grave como la del psicótico; sus historias y sus conductas no son catastróficas. Es más fácil tratar a un paciente neurótico que a un psicótico porque no se encuentra angustiado por un temor a morir, ser perseguido o aniquilado; más bien, presenta dificultades por separaciones, estrés, obsesiones y somatizaciones.
A su vez, la neurosis se divide en: Obsesivo compulsivo, histeria y depresión
Por el contrario, la psicosis nos habla de un nivel de desarrollo mental previo a la neurosis. Los psicóticos tuvieron padres que no tuvieron la capacidad de “estar” atentos a las necesidades de sus hijos, les mandaron mensajes contradictorios o mandaron mensajes de sometimiento que sus bástagos introdujeron a su mente como una “amenaza del mundo externo contra ellos”. En este punto será relevante mencionar que el psicoanálisis ha establecido que los seres humanos somos el fruto de diversos factores que se han presentado en nuestra vida, somos “seres complementarios”, pues estamos hechos de por nuestra constitución genética, por la crianza paterna, el medio socio-cultural, el temperamento y las experiencias de vida.
Por lo tanto, para que un pequeño desarrolle una neurosis o una psicosis también intervendrán factores como el entorno en el que nazca; es decir, el temperamento; esto explica por qué dentro de una misma familia puede haber hijos que padezcan psicosis y otros no.
A pesar de que comúnmente se cree que los psicóticos son personas que nada les importa; se trata de personas muy desesperadas y desorganizadas internamente, lo que les provoca un sufrimiento constante e intenso.
Dentro de los síntomas psicóticos se encuentran: alucinaciones (percibir cosas que no son reales), delirios (ideas basadas en una premisa falsa), ideas de referencia (pensar que los demás quieren agredirlo), pensamiento ilógico o bizarro, etc.
Es importante que no nos dejemos engañar por esta descripción ya que hay muchas personas alrededor que presentan un nivel psicótico pero que su confusión interna no se nota hasta que están bajo un estrés considerable.
El psicótico presenta graves dificultades con su identidad, a veces no están completamente seguros de que existen o, en menor grado, no están seguros de que su existencia sea satisfactoria. Están confundidos acerca de quiénes son y luchan por autodefinirse. Por esta razón, cuando se les pide autodescribirse tienden a hacer descripciones vagas, concretas y distorsionadas.
Cuando uno tiene una conversación con un psicótico, no es capaz de sentirlo en contacto con la realidad, es como si él estuviera en un mundo propio; y este mundo propio fue creado por su incapacidad de entender el mundo real al carecer de una madre que pudiera “explicarle” el funcionamiento del éste. Es así, que tienen una confusión entre las experiencias internas y externas, no saben qué proviene del mundo interior y qué proviene del mundo exterior, lo que les provoca déficits en su autoconfianza.
Los psicóticos poseen creencias mágicas, frecuentemente están muy confundidos y enajenados por las premisas acerca de la “realidad” que son convencionales dentro de su cultura.
Presentan una marcada incapacidad para hacer de lado sus problemas psicológicos y verlos desapasionadamente, por lo que se presenta una mayor incapacidad para desempeñarse en las labores familiares, laborales, sociales, etc.
En los psicóticos siempre podemos encontrar tanto un miedo mortal como una triste confusión. “Ser o no ser” es su tema recurrente.
La naturaleza del conflicto psicótico es literalmente existencial: la vida contra la muerte, existencia contra eliminación, seguridad contra terror. Por lo tanto, sus sueños están llenos de rígidas imágenes de muerte y destrucción.
Podríamos concluir mencionando que para que nuestro aparato psíquico haya logrado una adaptación con el mundo externo, tuvo que desarrollar una serie de ajustes que podríamos llamar síntomas (neuróticos o psicóticos); cuando estos síntomas nos causen conflicto o a quienes nos rodean, será relevante pedir ayuda a los especialistas en el área de salud mental para poder llevar una vida más plena y placentera.
Miembro de la SOCIEDAD PSICOANALÍTICA DE MÉXICO (SPM)
www.spm.org.mx
Teléfonos: ( 52-55) 5286 1744 y 5286 5509
Clínica de asistencia a pacientes:
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Correo electrónico: spp@spm.org.mx
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Para el estudio de la salud mental cada rama especializada como la psiquiatría, la psicología o el psicoanálisis, se ha encargado de realizar diversas clasificaciones de la psicopatología del ser humano.
El psicoanálisis hace una clasificación general que podríamos dividir en cuatro: psicosis, neurosis, trastornos de personalidad y los trastornos limítrofes de la personalidad. En el presente artículo nos ocuparemos de describir específicamente la psicosis y la neurosis.
Tanto la psicosis como la neurosis se caracterizan por cierto sentimiento de displacer del individuo respecto a su estado emocional; existe una inconformidad con su manera de ser y presentarse. Ésta es la única característica que poseen ambas clasificaciones ya que en lo restante, son diametralmente opuestas.
El término neurosis se ha empleado para personas que, a pesar de poseer ciertas dificultades en su vida, son personas emocionalmente sanas. Es decir, nos habla de individuos que poseen un nivel alto de capacidad de funcionamiento, a pesar su sufrimiento emocional.
Cuando se nos presenta alguna crisis o dificultad en la vida, nuestro aparato psíquico hará uso de ciertas “defensas” en búsqueda de reestablecer el equilibrio. En el caso de quienes padecen una neurosis, estas defensas son maduras y le permitirán hacer frente a las desavenencias sin tener que deformar mucho la realidad.
Pero, ¿qué provoca una neurosis? Los individuos neuróticos fueron criados por padres que estuvieron presentes durante su desarrollo, fueron empáticos y le permitieron experimentar fuertes sentimientos y afectos. Por esta razón, en psicoanálisis hablamos de que la neurosis nos remite a personas seguras, capaces de amar y trabajar.
El neurótico mantiene capacidades más racionales y objetivas en medio de tormentas afectivas y distorsiones asociadas; su estructura psíquica se mantiene y a pesar de la dificultad podrá manejar la situación.
Los neuróticos tienen un sentido de identidad integrado, saben quiénes son y, por lo tanto, su conducta es consistente a través del tiempo. Son personas que pueden describir su temperamento, sus valores, gustos, hábitos, convicciones, virtudes y defectos.
Un aspecto muy importante es que los neuróticos están en contacto sólido con lo que llamamos “realidad”, son capaces de distinguir los estímulos como provenientes del mundo interno o del mundo externo. Un individuo neurótico no presenta alucinaciones o delirios porque tienen poca necesidad de entender o mal interpretar las circunstancias para poder asimilarlas.
La naturaleza de sus dificultades no es tan grave como la del psicótico; sus historias y sus conductas no son catastróficas. Es más fácil tratar a un paciente neurótico que a un psicótico porque no se encuentra angustiado por un temor a morir, ser perseguido o aniquilado; más bien, presenta dificultades por separaciones, estrés, obsesiones y somatizaciones.
A su vez, la neurosis se divide en: Obsesivo compulsivo, histeria y depresión
Por el contrario, la psicosis nos habla de un nivel de desarrollo mental previo a la neurosis. Los psicóticos tuvieron padres que no tuvieron la capacidad de “estar” atentos a las necesidades de sus hijos, les mandaron mensajes contradictorios o mandaron mensajes de sometimiento que sus bástagos introdujeron a su mente como una “amenaza del mundo externo contra ellos”. En este punto será relevante mencionar que el psicoanálisis ha establecido que los seres humanos somos el fruto de diversos factores que se han presentado en nuestra vida, somos “seres complementarios”, pues estamos hechos de por nuestra constitución genética, por la crianza paterna, el medio socio-cultural, el temperamento y las experiencias de vida.
Por lo tanto, para que un pequeño desarrolle una neurosis o una psicosis también intervendrán factores como el entorno en el que nazca; es decir, el temperamento; esto explica por qué dentro de una misma familia puede haber hijos que padezcan psicosis y otros no.
A pesar de que comúnmente se cree que los psicóticos son personas que nada les importa; se trata de personas muy desesperadas y desorganizadas internamente, lo que les provoca un sufrimiento constante e intenso.
Dentro de los síntomas psicóticos se encuentran: alucinaciones (percibir cosas que no son reales), delirios (ideas basadas en una premisa falsa), ideas de referencia (pensar que los demás quieren agredirlo), pensamiento ilógico o bizarro, etc.
Es importante que no nos dejemos engañar por esta descripción ya que hay muchas personas alrededor que presentan un nivel psicótico pero que su confusión interna no se nota hasta que están bajo un estrés considerable.
El psicótico presenta graves dificultades con su identidad, a veces no están completamente seguros de que existen o, en menor grado, no están seguros de que su existencia sea satisfactoria. Están confundidos acerca de quiénes son y luchan por autodefinirse. Por esta razón, cuando se les pide autodescribirse tienden a hacer descripciones vagas, concretas y distorsionadas.
Cuando uno tiene una conversación con un psicótico, no es capaz de sentirlo en contacto con la realidad, es como si él estuviera en un mundo propio; y este mundo propio fue creado por su incapacidad de entender el mundo real al carecer de una madre que pudiera “explicarle” el funcionamiento del éste. Es así, que tienen una confusión entre las experiencias internas y externas, no saben qué proviene del mundo interior y qué proviene del mundo exterior, lo que les provoca déficits en su autoconfianza.
Los psicóticos poseen creencias mágicas, frecuentemente están muy confundidos y enajenados por las premisas acerca de la “realidad” que son convencionales dentro de su cultura.
Presentan una marcada incapacidad para hacer de lado sus problemas psicológicos y verlos desapasionadamente, por lo que se presenta una mayor incapacidad para desempeñarse en las labores familiares, laborales, sociales, etc.
En los psicóticos siempre podemos encontrar tanto un miedo mortal como una triste confusión. “Ser o no ser” es su tema recurrente.
La naturaleza del conflicto psicótico es literalmente existencial: la vida contra la muerte, existencia contra eliminación, seguridad contra terror. Por lo tanto, sus sueños están llenos de rígidas imágenes de muerte y destrucción.
Podríamos concluir mencionando que para que nuestro aparato psíquico haya logrado una adaptación con el mundo externo, tuvo que desarrollar una serie de ajustes que podríamos llamar síntomas (neuróticos o psicóticos); cuando estos síntomas nos causen conflicto o a quienes nos rodean, será relevante pedir ayuda a los especialistas en el área de salud mental para poder llevar una vida más plena y placentera.
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